El museo de los Shuar reúne piezas que tienen más de 100 años y son consideradas como parte del patrimonio histórico de Zamora Chinchipe. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO.
Cultura y naturaleza excepcional. Eso promociona el proyecto de turismo comunitario Winia Nunkar (Mi Tierra), ubicado en el barrio Las Chontas, de la parroquia de Timbara, en Zamora Chinchipe.
En un terreno rodeado de abundante vegetación sobresale una casa elíptica grande, típica de la cultura shuar. Allí, funciona desde julio del 2018 el Centro de Interpretación Cultural de la Nacionalidad Shuar.
La guía Roxana Uyunkar da la bienvenida e invita al visitante a conocer las costumbres, tradiciones, conocimientos y cosmovisión ancestral de su cultura. Los sonidos de la música shuar suenan todo el tiempo en el lugar.
Antes de iniciar el recorrido, Uyunkar y Ana Ankuash piden permiso a los visitantes para delinear algunos símbolos en sus rostros, con tintes elaborados con plantas. Ese ritual forma parte del rescate de las costumbres.
Esa experiencia permite vivir un encuentro más real con los nativos, ser parte de su cultura y valorar la riqueza que custodian para las nuevas generaciones, dijo la turista lojana Mónica Ontaneda.
Las guías shuar Roxana Uyunkar y Ana Ankuash junto con Yandrina Guzmán. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO.
El museo histórico de nueve módulos reúne más de 300 piezas tangibles e intangibles, que tienen historia y conocimientos. Algunas fueron traídas de otros museos del país o recolectadas entre las familias de las 62 comunidades shuar de esta provincia amazónica.
El recorrido se inicia con una muestra temática de la familia shuar y su conexión con Arutam (dios) y la selva. Es una pintura gigante y de colores vivos. Los visitantes se fotografían para llevarse un recuerdo.
Luego reciben una explicación de Uyunkar sobre cada pieza de alfarería, bisutería, cerámica, cestería y artesanías, que las antiguas familias shuar elaboraban. También, hay instrumentos musicales, de cocina, lanzas para la cacería y canoas para la navegación.
Lo que más le llamó la atención a Ontaneda fue la explicación del ritual de las tzantzas, que consistía en la reducción de cabezas del enemigo vencido para evitar que su espíritu pudiera salir y tomar venganza. “Fue algo propio de los líderes y sabios”, dijo la lojana.
En el museo se exhiben tzantzas. La reducción de cabezas era una práctica de los shuar. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO.
En el museo hay una galería de fotografías históricas, representaciones de viviendas, elementos que utilizaban para los juegos y prendas típicas. Todo esto es para promover y revalorizar nuestra cultura, les decía Uyunkar.
Este proyecto turístico empezó a concretarse en el 2011 con una inversión de USD 1,5 millones por parte de la minera Lundin Gold, concesionaria del proyecto Fruta del Norte. Se invirtió en la adquisición del terreno de cinco hectáreas y la construcción de la estructura. Para operar crearon un consorcio con la Federación Shuar de Zamora Chinchipe.
Para el presidente de la organización shuar, Rubén Naichap, el objetivo es promover el turismo y que los visitantes conozcan los valores y tradiciones que ha mantenido esta etnia por generaciones.Un promedio de 60 turistas visita cada mes este museo.
El tour incluye juegos ancestrales, como el tiro de la cerbatana y recorrido por los dos senderos del bosque donde están los ajas shuar (chacras), pequeños riachuelos y cascadas.
También, hay espacio para los rituales de sanación y energéticas que realizan chamanes.