Una sátira a la actual política del Reino Unido

Ian McEwan, inglés de 71 años, es considerado uno de los 100 escritores más influyentes del Reino Unido. Foto: www.olivierhess.com

Ian McEwan, inglés de 71 años, es considerado uno de los 100 escritores más influyentes del Reino Unido. Foto: www.olivierhess.com

Ian McEwan, inglés de 71 años, es considerado uno de los 100 escritores más influyentes del Reino Unido. Foto: www.olivierhess.com

En un astuto juego de palabras e ingeniosas analogías al mundo en el que viven los insectos en las ciudades, Ian McEwan (Reino Unido, 1948) publicó recientemente ‘La cucaracha’ (Anagrama, 2020), un libro muy kafkiano y ‘swiftiano’ en el que nos lleva hacia un escenario donde una política separatista casi imposible se convierte en plausible y hasta anecdótica.

A la inversa de uno de los libros referenciales de Kafka, Jim Sams, el personaje principal de McEwan, amanece un día convertido en un ser humano. Él se queda atónito y desconcertado al ver que su pequeño cuerpo marrón, con seis patas y dos antenas que le permitían explorar los sitios más recónditos de Londres, ahora se han transformado en un cuerpo color rosa, con largas extremidades que apenas logra controlar.

Esta metamorfosis de cucaracha a humano no solo es física, sino también mental. En un abrir y cerrar de ojos pasó de ser un insecto que vive a sus anchas entre los escombros y los desperdicios de las ciudades para, ahora, convertirse en el Primer Ministro del Reino Unido en una contienda política y social nada fácil de manejar: el reversionismo. Con esta idea de por medio, el autor hace una clara crítica al Brexit y a los problemas de gobernabilidad que se han dado a lo largo de un proceso y que han llevado, incluso, a que dimitan dos Primeros Ministros.

Con un humor muy fino y con una mirada aguda, McEwan logra entretejer toda esa red de problemas que sobrevienen para el Primer Ministro, que impulsa una causa que desconoce por completo y que, a simple vista, resulta para él en un experimento más en su intento de proyectarse como un humano.

En su nueva etapa de vida, Jim Sams se da cuenta de que, en cierto sentido, se encuentra rodeado de otras cucarachas que están al frente del destino de un país que duda sobre el giro económico, político y social que va a dar. Si bien muchos creían en un inicio en la idea de que es necesario que las personas paguen a sus patrones por darles la oportunidad de trabajar, ya en medio de la aplicación de las medidas actuales empiezan a surgir incertidumbres sobre este nuevo modelo.

Es aquí donde empieza a tomar una clara distancia de Kaf­ka y, más bien, se acerca prudentemente a las ideas de Jonathan Swift y su ensayo satírico ‘Una Modesta Proposición’, escrito a inicios del siglo XVIII. Muy similar al autor irlandés, McEwan convierte al humano en una mercancía que es negociable gracias a su fuerza de trabajo y que solo puede obtener beneficios por esta labor.

En esta visión reversionista, la propuesta del Primer Ministro es dar la vuelta al flujo de dinero. Así, a cambio de esos pagos a los dueños de los empleos, las personas reciben productos de todo tipo que llenan sus expectativas. Esta política económica, que claramente favorece la aparición de nuevos grupos económicos predominantes, es vendida también a países vecinos, los cuales la miran como una suerte de chiste de mal gusto.

En medio de las disputas por llevar las riendas de un país que se resiste a este cambio, el Primer Ministro llega a la conclusión de que “no es fácil ser el Homo sapiens. A menudo sus deseos rivalizan con su inteligencia”.

A diferencia de las peleas entre los defensores y detractores del Brexit, en ‘La cucaracha’ vemos a dos grupos políticos en un claro enfrentamiento. Por una parte están los continuistas, quienes son los políticos de siempre que no quieren un cambio en las estructuras económicas ya que eso podría destruir sus capitales.

Del otro lado se encuentran los reversionistas, personajes con una política claramente populista y que promueven, a como dé lugar, la instauración de un régimen que devendrá en una crisis financiera a corto o mediano plazo para la nación británica. Y en contra de todo pronóstico, en este proceso son ampliamente respaldados por los pobres y los viejos, cuyos intereses son más que claros en medio de las dificultades en las que viven.

En este camino por establecer los paralelismos entre las decisiones políticas de los últimos tres líderes del Reino Unido, McEwan logra poner a su personaje en una posición muy similar a la que justamente se encuentra ahora Boris Johnson. El líder del Partido Conservador dijo días atrás, y poco antes de que empiecen las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea, que solo restan unos cuantos meses para llegar a un acuerdo económico entre las partes; si no es así, se daría una salida caótica a finales de este 2020.

En medio de todo este caos, y luego de una intensa reflexión que recuerda a los discursos políticos anti-Brexit de la última etapa de David Cameron al poder, Jim Sams quiere también dar un revés, y para ello recuerda -si cabe el término- su linaje. “Nuestro tipo tiene al menos trescientos millones de años.

Hace apenas cuarenta años, en esta ciudad, éramos un grupo marginado, objeto de desprecio o burla. En el mejor de los casos, fuimos ignorados. En el peor, detestados”. Y advierte que la solución, el reversionismo, es peor que la enfermedad.

Tan corta como apresurada, la novela de McEwan logra una sátira muy elaborada, tanto, que a veces resulta demasiado explícita. Esto, a la postre, no deja que el lector tenga el gusto de descifrar esos pasajes ocultos, si cabe el término.

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