Las devotas Inés Orquera y Carmela Llivipuma preparan la masa para elaborar los panes del pase. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO.
La chicha de jora, el pan y las fundas de caramelos serán las principales ofrendas que entregarán los priostes en el pase del Niño Viajero, que se realizará el próximo lunes (24 de diciembre del 2018). Más de 200 personas participan en la preparación de estos alimentos, que se comparten gratuitamente en el recorrido.
La chicha se ofrece desde 1961 cuando la familia cuencana Pulla-Llivipuma y las religiosas del Monasterio del Carmen de la Asunción realizaron el primer pase con la imagen del Viajero, que regresaba de visitar algunos santuarios de Tierra Santa y El Vaticano.
Cesáreo Pulla mantiene esta tradición. Él prepara y reparte gratuitamente 10 000 litros de chicha durante el desfile religioso-cultural. La prioridad son los niños, los danzantes y los integrantes de las tradicionales bandas de pueblo.
La chicha se introdujo como bebida típica para refrescar a los devotos que -en ocasiones- caminan varias horas bajo el incesante sol, dice Pulla. En su casa, la preparación empezó hace una semana con la selección de los granos de maíz. Luego los mojaron y dejaron reposar en hojas de achira para después ser molidos y obtener la harina.
Hoy (21 de diciembre del 2018) tiene previsto iniciar la cocción de la harina en grandes pailas. En el proceso agrega clavo de olor, canela, ishpingo, manzanilla, toronjil, valeriana, entre otras hierbas.
“Con eso conseguimos que la chicha no afecte la salud”, dice la cuencana Lucrecia Avilés, quien elaborará otros 3 000 litros con la ayuda de 10 familiares y vecinos. Ellos empezarán la preparación hoy.
Avilés adquirió la panela en Zaruma y las hierbas las trajo desde Piñas, ambos cantones de la provincia de El Oro.
Según ella, esta bebida es parte de la cultura gastronómica de los pueblos andinos. En la capital azuaya también es consumida en las ceremonias y celebraciones especiales, fiestas populares rurales y mingas.
“Mientras se cocina no hay que parar de revolver para evitar que se queme”, dice Avilés. Luego se filtra y se deja enfriar en un recipiente de barro. Cada año, ella regala un vaso con chicha a los niños disfrazados. Ella se ubica en la calle Bolívar, en el centro cuencano.
La casa de Carmela Llivipuma, en cambio, se convirtió en una panadería. Casi no queda espacio para ubicar a los panes salidos del horno. Esta tarea la empezó hace 10 días y hasta el miércoles pasado tenía más de 20 000 enfundados.
Le ayudan familiares, vecinos y devotos de la imagen del Niño Jesús. Vilma Herrera e Inés Orquera amasan la harina y Nancy Alvarado está pendiente del horno. Los jóvenes colaboran en el enfundado de los panes y caramelos, que recibirán los devotos durante el pase. Esos panes serán bendecidos la noche del domingo por parte del arzobispo cuencano, Marcos Pérez.