En la Sierra Norte, las fiestas andinas y religiosas son aderezadas con el encendido de fuegos artificiales. Los más comunes son los denominados voladores. Foto: Washington Benalcázar y Francisco Espinoza para EL COMERCIO
Banda, pirotecnia y cura, fiesta segura. Este refrán se ajusta bien a las celebraciones populares, especialmente de las comunidades indígenas.
En la parcialidad de Pucará Alto, en Otavalo (Imbabura), se preserva la tradición de convocar a los vecinos a participar de una fiesta con los voladores. Así lo explica Maribel Morales, vecina del sector.
En esta comuna, este viernes 8 de julio de 2016 se efectuará una festividad comunitaria en honor a los santos Pedro y Pablo. En este festejo, que incluye la entrega de la rama de gallos y de medianos a 15 priostes, participarán las 170 familias de esta localidad.
Algunos padrinos, como María Juana Siza, llegarán acompañados por parientes y vecinos. Como indica la tradición, el arribo de cada comitiva al sitio acordado del festejo será anunciado con estos materiales artificiales, que son elaborados de manera artesanal.
Desde hace tres décadas, Lourdes Altalima se dedica a la venta de pirotecnia, velas, inciensos, entre otros, en uno de los mercados de Otavalo. La comerciante asegura que entre julio y agosto hay más pedidos de este tipo de artículos. “Los indígenas siempre festejan el Inti Raymi o los santorales con voladores de varios tamaños y con cirios”, comenta.
La primera, también conocida como Fiesta del Sol, gira en torno al solsticio de verano. Se inició el 21 de junio pasado y es celebrada por los distintos pueblos indígenas del callejón interandino del país.
Esta festividad -que incluye música, baile y baños de purificación en vertientes y cascadas consideradas sagradas- se ha revitalizado en las parcialidades de la Sierra Norte. El martes pasado, Siza compró en el mercado de Otavalo dos docenas de voladores. Mientras caminan, danzan y cantan desde su casa hasta el lugar de concentración, la pirotécnica estará encendida.
Siza también debió preparar la harina de maíz con la que se elaborará la chicha. Aunque la esencia de la celebración es una sola, en Imbabura, los pueblos Otavalo, Kayambi, Karanki y Natabuela le ponen sus particularidades.
La denominada Toma de la Plaza de los Óvalos, que realizan los descendientes Natabuela, en el vecino cantón Antonio Ante, también es anunciada con voladores que detonan en el cielo.
Decenas de danzantes, ataviados con pantalón y camisa blancos, pañuelos de vistosos colores y sombreros de ala ancha arremangada y botas, zapatean alegremente al ritmo de bandolines y guitarras.
Al igual que los kichwas Otavalo, el festejo empieza en la casa de cada prioste. Desde ahí se dirigen hacia la plaza, en una especie de pregón. “Los voladores se lanzan cuando cada grupo logra conquistar la plaza”, señala Cruz Siza, habitante del pueblo.
Comenta que se trata de una antigua tradición. “Cuando un nativo de la comunidad recibía el priotazgo de San Pedro, este debía hacer notar su poder económico. Pero hoy las cosas han cambiado”, indica.
En comunidades como San Rafael de la Laguna y Pijal, en Otavalo, la pirotecnia no solo es empleada durante estas festividades. También sirve para convocar a vecinos y amigos a una minga de construcción de una vivienda nueva.
En la primera localidad, días antes de la fundición de una losa, por ejemplo, se detonan varios voladores como un anuncio para realizar el trabajo comunitario, comenta Martha Gonza, vecina del sector. “Ahí se reúnen la familia, los vecinos y amigos del dueño de la casa. Es una forma de ayudarnos entre todos”.