La radiación en Quito está entre alta y extremadamente alta, según datos del Inamhi. Foto: Archivo / El Comercio
Durante la cuarentena, la falta de exposición al sol causó que la piel se adelgazara y dejara de producir defensas. Ahora que empieza el desconfinamiento, este órgano está vulnerable, por lo que es necesario exponerlo gradualmente a la luz solar y siempre con fotoprotección.
“La piel en constante exposición al sol produce melanina. Este es un pigmento fisiológico que protege a las demás células y nos da el color”, explica Jorge Bonifaz, dermato-oncólogo. Durante el confinamiento, la piel disminuyó la producción de melanina. Por esta razón, muchas personas notaron que su tono se aclaró.
El estrés y las mascarillas también han causado que el órgano más grande del cuerpo se vuelva sensible, dice la dermátóloga Anahí Pontón.
El estrés origina el aumento de radicales libres, que oxidan y envejecen al cuerpo. El uso de tapabocas deshidrata la piel y crea un ambiente ideal para la proliferación de bacterias; además empeora enfermedades como el acné y la rosácea o causa su aparición.
Esta falta de protección natural sucede en una época de mucha radiación. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), la radiación en Quito llegó a 13 puntos la segunda semana de agosto, es decir, extremadamente alta. Por ello, la exposición al sol debe darse paulatinamente. En ese sentido, se puede empezar con 10 minutos e ir subiendo cinco minutos cada tres días.
Evitar las horas de mayor radiación, de 11:00 a 16:00, es una medida importante para evitar daños dermatológicos. Además, es necesario aplicar protección solar en todas las áreas expuestas cada tres horas, independientemente de si el día está nublado o lluvioso.
Usar barreras físicas también ayudará. Los sombreros de tela, parasoles y la ropa de mangas y bastas largas son algunas opciones.
En el rostro, sin embargo, hay que aplicar crema solar también en interiores. Esto se debe a que la radiación solar que entra por las ventanas y la radiación de los dispositivos electrónicos causan daño a largo plazo. Esta zona es la más expuesta y tiene piel más delgada que el resto del cuerpo.
La hidratación es otra medida de protección en esta temporada. Tomar alrededor de dos litros de agua al día la mantendrá saludable. Además, usar hidratante después de la ducha reforzará la protección.
Si es que no se adoptan estas medidas, la primera consecuencia será la quemadura solar. La dosis eritematógena mínima, o sea, el tiempo en el que la piel se enrojece, disminuyó. Esto sucede debido a la reducción de melanina, indica Bonifaz. A mediano plazo, pueden aparecer manchas y arrugas prematuras. El cáncer de piel es una de las consecuencias que aparecen más tarde, usualmente en la tercera edad.