La imagen que llegó a la parroquia Tarqui tiene unos 20 años y la original tiene 192 años. Fotos: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
Tres réplicas de la imagen del Niño Viajero recorren -desde la segunda semana de noviembre- los barrios, las comunidades y las parroquias rurales de Cuenca. Con estas visitas se invita a los devotos a participar del pase que se realizará el 24 de diciembre del 2015.
Esta expresión religiosa y cultural reúne a más de 20 000 fieles en un desfile de más de seis horas, con carros alegóricos y personas disfrazadas de José, María, pastores… También hay danzas de las diferentes etnias del país como saraguros, otavaleños, shuar…
La tarde del sábado 21 de noviembre del 2015 llegaron –casi de forma simultánea- las réplicas a las iglesias de San Pedro del Cebollar, Ricaurte y Tarqui. En esta última parroquia hubo una gran fiesta cultural y religiosa.
Julio Cochancela, del barrio Santa Teresita, por altoparlantes invitó a que los fieles participen de las eucaristías. Como ya se conocía con antelación, hubo familias que aprovecharon para el bautismo o matrimonio.
Ellos se ubicaron en primera fila y detrás, las elegantes cholas cuencanas con sus coloridas polleras. La primera misa fue a las 18:00, con templo lleno. Los niños de las catequesis fueron los priostes y vestían de José, María, el Ángel de la Estrella, los pastores.
El padre Ángel Morocho, al inicio de esta celebración, saludó a los presentes y destacó la presencia de la imagen en esta parroquia de alta población católica. Al término, el Niño fue llevado en procesión hasta la casa de Elvia Pulla, en Santa Teresita, prioste central del Niño Viajero. Hubo danzas folclóricas, bandas de pueblo y pirotecnia.
Pulla vive en Estados Unidos y por eso le encargó a su hija, María Saquipay, que realizara la fiesta al Niño Jesús con una pasada religiosa-cultural.
“Es un privilegio tener la divina imagen de Jesús en casa y ser portadores de esa fe”, dijo Saquipay. Ella, al igual que otros fieles como Rosario Bonilla, Esther Zhingri y Rosa Morocho, participa, cada diciembre, en el pase del Niño Viajero.
Desfilan con hijos y nietos disfrazados de danzantes o de los personajes bíblicos. “Es una ofrenda del alegría al Señor”, señala Zhingri.
La madre Marianita Crespo, de la congregación de las Carmelitas, es la encargada de algunas actividades previas al pase del Niño. Ella elaboró el cronograma, en algunos casos atendiendo el pedido de los párrocos de algunas iglesias de la zona rural de Cuenca y de otros cantones de Azuay y Cañar.
El próximo fin de semana estará en la parroquia Baños. Cada iglesia vive la fiesta a su manera, pero siempre con la participación multitudinaria de fieles. Según la religiosa, esta vivencia también se cumple para catequizar a las familias e invitarlas a que vivan la Navidad como un día de agradecimiento a Dios Padre.
El pase del Niño Viajero es un evento que se planifica con tres meses de antelación. Grupos religiosos, priostes y personas particulares que se encargan de distintas actividades, desde la recolección de caramelos para entregar a los niños participantes hasta la elaboración de la chicha, el pan, los disfraces y una obra de teatro.