Las computadoras y otros artículos tecnológicos emiten radiación electromagnética. Foto: Ingimage
El tiempo prolongado frente a dispositivos digitales podría tener efectos negativos en la salud de la piel y de los ojos. La nueva normalidad exige esta exposición constante, por lo que es necesario aprender hábitos de cuidado personal y físico para disminuir los riesgos.
Las computadoras, ‘smartphones’ y otros artículos electrónicos emiten diferentes tipos de radiación electromagnética. La más perceptible y de la que se ha documentado efectos en la salud es la luz emitida por las pantallas, conocida como luz azul. A esta se suma la emisión térmica, llamada luz infrarroja, también presente en algunos aparatos.
“La exposición constante y la cercanía a los dispositivos causan efectos biológicos térmicos y no térmicos en el cuerpo. En este caso sería no térmico”, explica la dermatóloga Paola Guevara. La piel es la barrera del cuerpo contra la radiación, por lo tanto, en este órgano se suceden diferentes procesos.
Uno de los efectos documentados es la dermatitis de pantalla. Como consecuencia de la recepción constante de radiación electromagnética, se disminuyen las células de Langerhans, que son defensas de la piel. Al mismo tiempo, aumentan los mastocitos, las células que producen histamina. Si bien esta es una respuesta del sistema inmune, puede provocar enrojecimiento y picazón.
Si a lo anterior se le suma el estrés, la falta de ergonomía y la falta de asepsia del teclado -que está en contacto con las manos y estas con el rostro-, entonces la piel podría desarrollar una dermatitis.
Otro efecto es la pigmentación y envejecimiento prematuro. Por un lado, la dermatóloga Anahí Pontón explica que la luz azul estimula la producción de la encima tirocinaza, que se encarga de producir pigmento. Este fenómeno no se ve en todos los tipos de piel, solo se da en las de tonos morenos y negros.
Por otro lado, la luz infrarroja degenera el colágeno y la elastina, restando sostén a la segunda capa de la piel. Esto produce envejecimiento prematuro.
Para combatir estos daños, se debe disminuir el uso de dispositivos y crear una rutina de cuidado de la piel. Esta debe consistir en el aseo del rostro en la mañana y en la noche con un jabón indicado para el tipo de piel.
A continuación, hay que aplicar un producto hidratante. Asimismo, es necesario el uso de un protector solar de amplio espectro, que tenga protección contra la luz azul e infrarroja, cada tres horas frente a las pantallas, ya sea de día o de noche.
Si en el envase de la crema solar no está especificado que protege en contra de estos tipos de radiación, hay que buscar productos que tengan entre sus ingredientes óxido de hierro. Este es un tipo de filtro físico, de origen mineral, que crea una capa que refleja los rayos y evita que alcancen la superficie de la piel.
Los ojos también están muy expuestos en el teletrabajo. La oftalmóloga Paola Ponce dice que las principales consecuencias del abuso de las pantallas son la fatiga ocular, la resequedad y la miopía.
Para prevenir lo anterior, se debe realizar pausas activas de cinco minutos cada media hora. Hacer ejercicios que consistan en cerrar los párpados y enfocar objetos distantes ayudará. El uso de lágrimas artificiales también brindará protección y comodidad a los ojos.
La recepción constante de luz a través de los ojos afecta, además, al ciclo circadiano, es decir, a los patrones del sueño. Para evitarlo, Ponce recomienda usar los filtros de luz azul que tienen los celulares y otros artículos. Se los activa a través de los comandos de modo nocturno. También es aconsejable no usar dispositivos electrónicos al menos una media hora antes de dormir.