Unos 20 de los 28 músicos que participaron en la grabación del disco compacto se presentaron en el Teatro Lía. Foto:Álavaro Pineda para EL COMERCIO
Los saberes musicales andinos y de Occidente se complementan en la Orquesta Intercultural Otavalo (Imbabura).
Esta agrupación, formada por chicos de Yarina Escuela de Música Andina y de Takiri Programa Orquestal de Educación Musical, presentó su primer trabajo discográfico.
Ese es el resultado de dos años del proceso de integración de la orquesta que es liderado por las dos organizaciones independientes, explica Linde Andrade, de Takiri.
Un año antes, la mayoría de estos jóvenes artistas kichwas y mestizos iniciaron, en sus respectivas escuelas, el proceso de formación en técnica, lectura musical y afinación.
En este disco, la viola, el violonchelo, los violines, la flauta traversa, el contrabajo y los clarinetes se funden con pallas, rondadores, guitarras, bandolín y charango.
La mayoría de temas del CD son de autoría de Ati Cachimuel, compositor y profesor de Yarina. Andrade resalta que las canciones fueron creadas en orden de menor a mayor complejidad, que responde a un proceso pedagógico.
Una de ellas es la Suit No. 1 Kawsangapa. Esta obra instrumental está compuesta por las partes tituladas Nina (Fuego), Wayra (Viento), Yaku (Agua) y Allpa (Tierra), considerados elementos principales de la cosmovisión indígena.
Con ese tema se inició el programa de presentación del disco que se realizó en el Complejo Fábrica Imbabura, en Antonio Ante, el sábado anterior.
Si bien el repertorio que interpretan va acorde con el desarrollo de los chicos, también hay obras mejor elaboradas musicalmente como Tarpuy (Siembra). Es una composición más extensa y con más texturas que son de interpretación complicada, explica Natalia Luzuriaga, directora musical de la Orquesta Intercultural Otavalo.
En Tarpuy destacó la actuación de solos de Justin Perugachi, concertino o primer violinista de la orquesta;Britany Mediavilla, primera flauta; e Inti Gualapuro, bandolín.
Otra pieza que se destaca es Runa Rikchary (Despierta indígena), de Daniel Flores, compositor y guitarrista otavaleño. Es una obra con un corte más contemporáneo en la que se escucha murmullos y efectos. Una de las cosas que resalta es la colaboración de los flauteros de Hatun Kotama.
La grabación del CD se hizo en julio del año pasado. Andrade comenta que el trabajo se cumplió en un solo una jornada en estudio.
Para eso contaron con la colaboración de Marcelo Acosta. El técnico de sonido trasladó desde Quito hasta uno de los salones del Complejo Fábrica Imbabura, equipos y personal para esta producción.
Uno de los sistemas para el éxito del ensamble de la Orquesta Otavalo son las clases individuales que reciben los estudiantes. Ahí, a la par que se trabaja en la técnica también se les enseña un nuevo repertorio. Una vez por semana se juntan todos los intérpretes.
Para Ana Cachimuel, coordinadora general del proyecto, es importante generar estos espacios que involucren el quehacer comunitario. “Lo que buscamos es crear identidad. Una conexión con esa raíz intercultural”.