Los guías muestran al turista los rituales ancestrales de su etnia. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.
Los nativos tsáchilas saben al menos 12 aspectos sobre guianzas turísticas. Sus conocimientos fueron evaluados durante las visitas que realizaron turistas a las siete comunas de esta nacionalidad. Llegaron con motivo de los programas preparados por los 11 años de la provincialización de Santo Domingo de los Tsáchilas.
En el marco de las celebraciones provinciales, los guías nativos respondieron con hospitalidad, etiqueta, protocolo, ética y realidad nacional ante las delegaciones turísticas.
Precisamente, esos temas son los que 18 guías nativos aprendieron durante el curso para guías nativos del Programa de Capacitación Turística del Ministerio de Turismo, impartido en agosto pasado. Los miembros de comunidades locales también adquirieron conocimientos sobre primeros auxilios, rescate y supervivencia, lenguaje y comunicación, inglés, liderazgo, negociación y manejo de conflictos.
Según la Cartera de Estado, esta formación es una herramienta técnica que permite elevar el nivel de conocimiento, habilidades y destrezas de los participantes de los líderes tsáchilas. La idea es que ofrezcan una información apropiada que permita satisfacer las necesidades que tienen los visitantes al momento de recorrer la provincia.
La propuesta sirvió para crear la ruta del Miya, que aglutina a los centros turísticos y atractivos de las comunas Colorados del Búa y Chigüilpe. En la primera se encuentra el centro Shinopi Bolon.
Alfonso Aguavil, el dirigente del centro, cuenta a los turistas sobre la historia y estrategias que están aplicando para mantener la cultura y sobre la realidad que están enfrentando en la actualidad. “Los tsáchilas nunca se acabarán, pero la cultura de a poco irá desapareciendo, si no se toma la debida precaución”, dice enfáticamente Aguavil.
En Chigüilpe se puede visitar los centros turísticos Tolón Pelé y Mushily para conocer un poco más de las costumbres ancestrales de la nacionalidad.
El gobernador de la etnia, Javier Aguavil, asegura que la idea de la ruta surgió hace seis años, cuando notaron que el ingreso de turistas se incrementaba paulatinamente. A los canadienses, estadounidenses, españoles, venezolanos y demás visitantes internacionales se les dificultaba llegar a las comunas por falta de información.
Por eso se puso en marcha un proyecto de señalética, que contó con el apoyo de la Prefectura y del Ministerio de Turismo. En las vías para ingresar a las comunas hay letreros con nombres escritos en el idioma tsáfiqui como Seke Sonachun (Buen Vivir), Pemaka Napi (Vertientes de Agua), Dutenka (Corazón de la mona), Suyun (Arcoíris), Shinopi (Río), Tolón pelé (Árbol milenario) etc. Esos son los nombres de los centros comunitarios que están plasmados en rótulos de madera y en pancartas de lona para guiar al visitante.