Mujeres de Usa Yaku tejen con materiales que crecen en la selva

Yadira Guatotoca trabaja en su taller, con otro grupo de mujeres, en la elaboración de las artesanías con semillas. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

La chambira es una fibra resistente que usan las mujeres de la comunidad Usa Yaku (que significa agua de piojos), en Napo. Con ella tejen artesanías.
Este material se obtiene de la planta de palma tierna (similar a los ramos) que crece en la selva amazónica. De allí se obtienen hilos para hacer todo tipo de tejidos con semillas. Ellas hacen brazaletes, aretes, bolsos y otras artesanías con materiales naturales.
Yadira Guatotoca heredó está técnica artesanal, que en su comunidad se transmite de padres a hijos. La mujer hace a mano las shigras o bolsos típicos de los indígenas kichwas.
Junto a ella, otras 12 mujeres de su localidad son parte del proyecto artesanal que se desarrolla en este poblado ubicado en la vía Tena-Coca, en la provincia del Napo.
Los artículos se comercializan a los turistas que visitan este espacio turístico, donde ofrecen además paseos en canoa, visita a las cavernas y recorridos por los senderos ecológicos. También ofertan los tradicionales platos típicos, como maito de cachama con yuca y verde cocinado.
El dinero que obtienen de las ventas ayuda a financiar los gastos de la educación y alimentación de sus familias. “Nuestras artesanías tienen buena acogida entre los visitantes extranjeros, porque las confeccionamos con lo que hay en la selva. Todo lo que utiliza la mujer amazónica en las comunidades les ofrecemos a los turistas”, dice Guatotoca.
Para tejer los bolsos, la artesana sostiene con la mano derecha un pequeño y delgado madero elaborado con caña guadúa. Se asemeja a una lanza con dos puntas a los lados. Por ahí cruza los hilos para dar forma al bolso. En la confección de una shigra puede demorarse entre dos y tres días.
Andrea Chimbo, de 20 años, cruza con habilidad el hilo que elabora con la palma y ajusta cada una de las semillas para dar forma a los collares. Cuenta que su suegra, Rosario Vargas, le transmitió esos saberes. Estos artículos están decorados con dientes y huesos de animales y representan poder dentro de la comunidad. Además, tienen pepas de guairuno que son de color blanco.
Las artesanas usan también el illpamuyo, que es una pepa bicolor (negro y rojo) que -afirman- les ayuda a espantar a los malos espíritus, especialmente para evitar el ‘mal de ojo’ o ‘viento de la selva’ en los niños. El huevo de boa también se usa como adorno en los collares. Andrea Alvarado explica que sirve como amuleto para ahuyentar las malas energías.
Ella cuenta que hace dos años construyeron el centro comunitario, donde se exhiben todos los productos que hacen las artesanas. En ese punto también venden hojas de guayusa para preparar bebidas y pequeños frascos de sangre de drago que sirve -sostienen- para evitar la inflamación y aliviar varias dolencias.
La mujer, de 25 años, indica que entre septiembre y octubre las mujeres del pueblo recorren la selva, para cosechar las plantas que son necesarias para sus artesanías.
Actualmente, las expertas perforan las semillas con un minitaladro. Antes tenían que cocinarlas para suavizarlas y perforarlas con aguja. Las orejeras o aretes cuestan entre USD 1,50 y USD 3. “Todo depende de la cantidad de semillas que van en cada artículo”.