Las enfermedades de la modernidad reciben tratamiento de los yachaks de Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.
En la sala de espera del consultorio de Valeriana Anaguarqui, una reconocida yachak de Chimborazo, siempre aguarda algún paciente. Los motivos más frecuentes que los hacen ir en busca de una limpia o un ritual andino de purificación son las angustias, la depresión y el estrés.
Es que Anaguarqui conoce los secretos de la Pacha Mama para liberar las tensiones y energías negativas, relajar el alma y alcanzar la paz espiritual. Según ella, todo en el cuerpo humano está relacionado con las emociones y cuando estas son negativas se manifiestan en forma de enfermedades.
“No hay pastillas ni inyecciones para esto. Cuando el ser humano pierde su camino, su energía negativa lo bloquea. Para liberar lo malo y purificar el espíritu hay que recurrir a la naturaleza”, afirma Anaguarqui.
Ella es originaria del pueblo Puruhá. En su comunidad natal, Ballagán, la escogieron para ser la guardiana de la salud de la gente. Desde los 13 años aprendió sobre las bondades naturales de las plantas y los usos que sus ancestros les daban.
Su especialidad son las limpias, los rituales y todo lo relacionado con la sanación interior. El estrés y los conflictos familiares son los problemas más comunes en su consultorio del Hospital Andino Alternativo de Chimborazo, ubicado en el norte de la ciudad.
Una vela, sahumerio encendido y un atado de hierbas de ruda, marco y santamaría son los únicos elementos necesarios para estas terapias naturales. “Trato de conectarme con el paciente para saber qué siente y cómo esa carga de emociones negativas afecta a su cuerpo”, afirma la yachak.
Este diagnóstico se hace por medio de una vela. Luego, se seleccionan las hierbas de acuerdo con la necesidad de cada persona y se pasan sobre su cuerpo.
Anaguarqui también es una de las comadronas con más experiencia en la atención de partos. De hecho, muchas de sus pacientes son mujeres embarazadas que están cerca del alumbramiento. Ellas la visitan para pedir una limpia energética, así se alistan para el parto, el objetivo es liberarse del miedo al dolor, renovar sus energías y prepararse para el cambio que un bebé representa en su vida.
Para ellas las ceremonias implican todo un ritual de cantos, bailes y limpias con plantas. “Esta es la ceremonia más especial, porque el bebé tiene que sentir que llega al mundo con felicidad y también es un momento para la conexión familiar”.
Uno de los clientes más frecuentes es Alfredo García. Él solicita limpias para mantenerse tranquilo y libre de negatividad. “Uno siente como que le quitaran un peso fuerte de los hombros. Desde que acudo a las limpias no siento más dolores de cabeza o de estómago, que ningún médico pudo diagnosticar. Todo se debía a los conflictos que tenía”.