Los locales de comida están ubicados junto al río Teaone, otro de los atractivos de la zona. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio
El caldo de gallina criolla y el encoca’o de camarón de río son dos de los platos más solicitados en el balneario de Tabiazo, ubicado a 20 minutos de la ciudad de Esmeraldas.
Para llegar a este lugar se toma un desvío que se encuentra a la altura de la Y de Vuelta Larga, en el sur de la ciudad, junto a la carretera que conduce a los balnearios de Tonsupa, Atacames y Súa.
Allí, un grupo de 15 mujeres oferta platillos tradicionales de la cocina esmeraldeña y montuvia, con recetas aprendidas por sus padres. El secreto, dicen ellas, es cocinar con un “buen condimento”.
Algunas de las preparaciones son los encoca’os de camarón, cangrejo, pescado, gallina ahumada, plátanos asados y pescado a la brasa, como una alternativa para degustar los fines de semana.
Ana Zambrano es una manabita que vive en Tabiazo desde hace 20 años. Llegó desde la comunidad de Calderón, en Manabí, para dedicarse a la agricultura junto a sus padres. Pero después decidió incursionar en la venta de comida típica de su provincia natal.
Las mujeres, con la ayuda de la Junta Parroquial de Tabiazo, construyeron sus locales con material del medio para no desentonar con las casas tradicionales del campo. Esa localidad es tradicionalmente agrícola y ganadera.
La mayoría de los pequeños puestos fue fabricada con caña guadúa, techos de rampira, paja y paredes de madera. El espacio está adecuado como un paradero turístico, con el que se busca aprovechar las bondades del río Teaone. El proyecto surgió como una forma de reactivar la economía de las mujeres de la zona.
Las emprendedoras también venden tortillas de maíz y corviches, que son preparados con plátano verde. Este producto es cosechado en las fincas de las mujeres. Lo que no utilizan para el negocio lo venden junto a otros productos que crecen en sus parcelas.
La venta de platos típicos se complementa con la elaboración del guarapo de caña, extraído de los trapiches tradicionales que están al otro lado del río Teaone.
Para Carmen Ayoví, una de las emprendedoras, la venta de seco de gallina criolla, encoca’o de cangrejo azul y el seco de pato atraen a decenas de turistas que acuden a este espacio los fines de semana.
Ella cría animales menores que se destinan para este negocio. Los guisos que ofrece a sus clientes los sazona con hierbas de chillangua, albahaca y chirarán.
Su emprendimiento empezó con un capital de USD 300, utilizado para la compra del menaje, alimentos y la adecuación del sitio. Actualmente, atiende a un promedio de 200 personas los fines de semana.
Algo similar ocurre con Betty Gómez, quien también tiene su negocio y ofrece maduro asado con salprieta manabita a sus clientes, mientras esperan el plato fuerte.
Hasta ese balneario donde se degustan los platos típicos manabitas y esmeraldeños acude un promedio de 1 000 personas los fines de semana y unas 3 000 durante los feriados, de acuerdo con datos de la Junta Parroquial de Tabiazo.
Wilson Loor, presidente de esta jurisdicción, cuenta que los turistas llegan para conocer el paisaje del río, degustar la gastronomía, también para conocer más de la cultura y raíces afros de su gente en los alrededores o en otros lugares de la comunidad.
En un espacio, que está en el edificio de la Tenencia Política, por ejemplo, se exhiben más de 2 000 fragmentos de figuras hechas en barro y arcilla, que fueron trabajadas por los Tabiazo, una de las culturas que habitaron antiguamente la zona, a orillas del río Teaone.
Algunas familias de esta localidad también conservan vestigios de barro que fueron encontrados en el río.