Jorge Flores observa las montañas del Parque Nacional Llanganates. Foto: cortesía Jorge Flores
Tamandúa fue creada como un laboratorio de investigación, conservación y rehabilitación de especies silvestres del Centro de Rescate Animal Yanacocha, en el 2013.
El proyecto comenzó con la adquisición de 15 hectáreas de bosque primario a los indígenas de la comunidad Shamasunchi, ubicados a 40 kilómetros del centro de la ciudad de Pastaza. Una parte de las tierras eran utilizadas para los sembríos de papa china, caña y pastizales para el ganado.
Jorge Flores, gerente de Tamandúa, contó que una parte de esta zona fue recuperada y en la otra se construyó tres cabañas para los investigadores.
Asimismo, se adecuó un espacio para observar aves, un restaurante y un mirador. La infraestructura fue construida en la cima de una colina a 1 070 metros sobre el nivel del mar. Asimismo, se ubicaron recipientes donde los colibríes pueden alimentarse o tomar agua.
El visitante debe caminar 30 minutos para ingresar a Tamandúa. Foto: cortesía Jorge Flores
El proyecto continuó con el pasar de los años y se adquirieron las tierras de los vecinos. Hasta el momento cuentan con 145 ha. de conservación. La mayoría de las propiedades contaban con un bosque nativo intacto que está próximo al Parque Nacional LLanganates.
Los indígenas kichwas no talaron árboles, destruyeron las plantas nativas ni se abrieron senderos para cazar. Esto permitió que los animales de la zona se mantengan y no se internen en la selva.
Datos de la Reserva Ecológica Tamandúa indican que en la zona cuenta con más de 258 especies de aves, 60 de anfibios y reptiles y 45 de mamíferos identificados. Los animales se alimentan de semillas, frutos suaves y duros. Algunos se refugian en troncos huecos o madrigueras abandonas.
“La selva es un espacio que mantiene su equilibrio entre las diferentes especies. Hemos detectado pumas y jaguares que no habían antes en la zona”, aseguró Flores.
El Aguchi o Guatín es una especie de roedor. Jorge Flores fotografío al animal solitario (der.). Foto: cortesía Jorge Flores
Para trasladar a los animales rescatados desde Yanacocha a la reserva se debe caminar 30 minutos por un sinuoso sendero cubierto de maderos. Así evitan que los investigadores, trabajadores y voluntarios resbalen o que sus zapatos se hundan en el lodo.
Las especies recuperadas son ingresadas en el área natural en menos de 24 horas. Algunas permanecen en un área de cuarentena de Yanacocha hasta recuperarse de una herida o politraumatismo.
“Las especies silvestres deben estar el menor tiempo posible en contacto con las personas. Seguimos mejorando los procesos de rehabilitación de la fauna que es encontrada”, dijo el biólogo Raúl Cuatreras.
Yanacocha cuenta con 45 especies y 250 animales rescatados entre aves, mamíferos, felinos y reptiles. Los administradores financian el programa con el voluntariado extranjero y la taquilla al ingreso al área natural. Otra de las medidas que adoptaron por la poca presencia de científicos a Tamandúa fue abrir al público en julio del 2018.
Aves de diferente tamaño y color se encuentra en el área protegida. Foto: cortesía Jorge Flores
Para eso, ofertan un recorrido nocturno con guías indígenas por un espacio reducido del área natural. Otro grupo de vecinos son los encargados de vigilar la zona.
En la caminata de dos horas se pueden observar a las guatusas, monos, serpientes y ranas. Además, identificar el sonido de las aves o mamíferos de la zona o visitar la cascada Pisulí de 60 metros de alto.
“Hemos logrado que la comunidad se apodere de nuestro proyecto para que conserven el bosque”, dijo Cuatreras.