Un museo resalta la tradición de la pirotecnia en Gualaceo

El azuayo Wilson Orellana enseña las técnicas tradicionales como parte del recorrido en el museo. Foto: Xavier Caivinagua para El Comercio

El azuayo Wilson Orellana enseña las técnicas tradicionales como parte del recorrido en el museo. Foto: Xavier Caivinagua para El Comercio

El azuayo Wilson Orellana enseña las técnicas tradicionales como parte del recorrido en el museo. Foto: Xavier Caivinagua para El Comercio

El Museo Interactivo de la Pirotecnia Artesanal funciona desde el 11 de este mes en el cantón azuayo de Gualaceo. El objetivo de Wilson Orellana es dar importancia a esta actividad tradicional.

Él pertenece a una familia de cuatro generaciones de artesanos que se dedican a la pirotecnia en Gualaceo. El museo fue el sueño que tuvo hace dos años su padre Rómulo (fallecido), quien aprendió el oficio de su progenitor Miguel y este último de su padre Aurelio.

Según Wilson Orellana, este museo “es el primero de su clase en el Ecuador. Muchas veces solo vemos el espectáculo que brinda la pirotecnia, pero no el trabajo de los artesanos, su sacrificio y esfuerzo”.

Orellana se graduó hace dos años y medio en la carrera de Turismo en la Universidad del Azuay. En su tesis planteó la instalación de un taller para atraer a los turistas, pero no fue posible por temas de seguridad. Su padre Rómulo le sugirió que hiciera un museo.

La construcción arrancó hace dos años. El museo está en un terreno de 2 000 metros cuadrados. Tiene 800 metros para parqueaderos y dos miradores para observar la ciudad de Gualaceo y sus parroquias y el cantón Chordeleg.

La estructura tiene dos plantas. La primera cuenta con 250 metros y en la segunda hay una terraza de 80 metros, que en una segunda fase servirá como cafetería para los visitantes.

El museo está dividido en seis espacios. El primero está dedicado a la historia de la pirotecnia y a los ancestros del dueño. Hay trabajos de su padre y fotografías de su familia.

En la segunda sala se exhiben vacas, cóndores y perros locos y otras creaciones como el Indio Lorenzo y la Mama Juana, que son personajes tradicionales de esta actividad. En este lugar existen creaciones donadas por artesanos como Miguel Carpio, Carlos Rocano y Octavio Orellana. Además, se muestran el armado, las técnicas y las secuencias de quema.

El tercer espacio está dedicado a los castillos, que son elementos fundamentales en las fiestas populares, dice Orellana. Además, se exhiben donaciones de artesanos como Manuel Tenesaca.

Según Orellana, el visitante conoce cómo se realiza el encendido del castillo, los cuetes, las luces, las rosas, las palomas, las coronas… y los elementos principales del proceso constructivo como el carrizo, la mecha y el papel. “Un castillo se compone de pisos y el emblema que suele estar dedicado a una imagen religiosa”.

En la cuarta sala se puede conocer el pasado del oficio. Hay una cabuya con la que antes hacían las mechas; ahora son de hilo de algodón. También, piedras de moler, balanzas y una máquina de hilado donada por Julio Villavicencio.

En el quinto espacio, los turistas pueden aprender sobre el proceso de elaboración de un cuete, pero sin el uso de pólvora. Orellana aclara que no se utiliza por seguridad y emplean materiales sustitutivos como la tierra. Ese aprendizaje demora entre 20 y 30 minutos, y el turista puede llevarse un cuete de recuerdo.

Para quienes tienen más tiempo está la sexta sala. En ese lugar se elaboran los globos y el aprendizaje tarda entre dos horas y tres horas. Tiene siete diseños de papel y se pueden fabricar modelos como rombos, trapecios, círculos y figuras de corazón, guitarra…

Orellana también creó un espacio de promoción para las artesanías azuayas. En la entrada hay un lugar de exposición para figuras indígenas en miniatura elaboradas con arcilla por Rosa Guzmán. Tienen globos de pirotecnia, artesanías de carrizo, macanas y camisetas y gorras con el logotipo de este museo.