Los estudiantes cuentan con atuendos y otros accesorios propios de la tradición afroecuatoriana de Esmeraldas. Foto: EL COMERCIO
Cinco danzas tradicionales (andarele, caderona, caramba, torbellino y agualarga) fueron aprendidas por los estudiantes de Educación Especial de la Unidad Educativa Juan Pablo II, en Esmeraldas.
El problema auditivo de los 12 integrantes de la primera coreografía de estudiantes especiales no limitó el deseo de aprender la rutina de una de las danzas más complicadas, como es la caramba, provista de mucha cadencia.
El proceso de aprendizaje con los estudiantes se inició hace tres meses, tras un convenido entre la Prefectura de Esmeraldas y la Unidad Educativa Juan Pablo II, que impulsa un programa de revalorización de la cultura afroesmeraldeña.
Juliana Valencia, una de las madres de los jóvenes, no controló su emoción al ver cómo su hija, de 12 años y con problemas de audición, lideraba el grupo de danza durante la presentación en el salón de actos de la institución.
“Estoy emocionada de ver las ganas de cada uno de ellos por aprender a bailar nuestra música tradicional”, señaló Valencia, mientras observaba el desenvolvimiento de los principiantes.
Las cinco parejas de jóvenes con problemas de audición danzaron con sus atuendos característicos y faldas anchas estampadas con figuras de personajes afros. Los hombres lucían pantalón largo de color blanco y camisa azul.
En la Unidad Educativa Juan Pablo II, 52 niños ensayan danza tradicional en tres categorías: pequeños, de 5 a 7 años; medianos de 8 a 12 años y grandes de 12 a 15 años. Ellos aprenden juga, polca y caramba, danza tradicionales.
La Prefectura facilita a los instructores, que son integrantes de la agrupación África Negra, para que enseñen a los niños tres veces por semana en la preparación de danza como el andarele, caderona, fabriciano y bambuco.
El rector de la unidad educativa, Fernando Rojas dijo que están inculcando en los alumnos una formación integral con un fuerte énfasis en valores ancestrales de la cultura afroesmeraldeña.
“A pesar de ser alumnos con discapacidad auditiva, sienten la vibración del bombo y eso les hace tomar el ritmo a la música ancestral”, señala Rojas.
La Prefectura de Esmeraldas impulsa la enseñanza de la danza tradicional del pueblo afro con estudiantes de tres establecimientos educativos de la ciudad, así como con personas en proceso de rehabilitación por el consumo de drogas.