IMP busca proteger la riqueza arqueológica de Llano Chico

Cabeza de figurina; en ella  se destacan ojos de grano de café, de la cultura Quito.

Cabeza de figurina; en ella se destacan ojos de grano de café, de la cultura Quito.

En esta unidad de excavación se descubrieron pozos de los cuales se recuperó material arqueológico diverso. Fotos: Cortesía IMP

El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) implementó un proyecto en Llano Chico, noreste de Quito, para hacer investigaciones arqueológicas donde la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) tiene planificado construir el alcantarillado. De esta manera, se busca evitar daños en esta zona de alta sensibilidad arqueológica.

En el 2018, el proyecto de alcantarillado en la calle Manuela Sáenz se pausó debido al hallazgo de bienes arqueológicos. Esto causó malestar en los vecinos, quienes habían gestionado la obra por al menos tres años.

También ocasionó preocupación entre los arqueólogos, pues la excavación destruyó los contextos y los vestigios que pertenecerían al periodo de Desarrollo Regional (500 a.C. al 500 d.C.), que se conoce muy poco en Quito, y de Integración (500 d.C. al 1532 d.C.).

Este sitio es llamado Gualo-Cotocog y es conocido desde al menos los años 90, de acuerdo con el arqueólogo Carlos Montalvo, asociado al Insti­tuto Panamericano de Geografía e Historia.

En septiembre del 2020, el IMP arrancó los trabajos para salvaguardar los bienes arqueológicos en las calles Manuela Sáenz, Manuela Cañizares, Feliciano Checa y Rosa Vélez. Sin embargo, en la última calle no se pudo investigar, pues ya tiene servicio de alcantarillado y ya está adoquinada.

Cabeza de figurina; en ella se destacan ojos de grano de café, de la cultura Quito.

Se realizaron prospecciones magnéticas para identificar los lugares en los que se encuentran los bienes arqueológicos. Después se hicieron pequeñas excavaciones o cateos. Con la información que se obtuvo, se hicieron excavaciones más amplias. Así lo explica Daniel Soria, consultor para el IMP y director del proyecto.

En el área se descubrieron pozos que habrían servido como bodegas de almacenamiento y luego como basurales, de acuerdo con Andrés Mosquera, arqueólogo del IMP. Allí se encontraron fragmentos de cerámica, lítica, huesos y conchas.

“La cerámica tiene influencia de la Costa, sobre todo de la cultura Jama-Coaque”, dice Mosquera. Esto indica que las sociedades de la Costa se habrían asentado en Quito para obtener obsidiana.

“Hay que ver nuestra identidad en una dimensión más amplia. Estamos atravesados por intercambios de productos y de ideas”, reflexiona.

Mientras los arqueólogos recorrían las calles con el magnetómetro, el vecino Víctor Morales les contó que halló huesos al construir un pozo séptico. Entonces, la investigación se amplió a su predio. Allí se encontraron entierros y posiblemente espacios de preparación funeraria.

Es usual que los vecinos de este sector encuentren bienes arqueológicos, por lo que el IMP ha planteado la implementación de un museo de sitio para dar a conocer al lugar.

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