Los jóvenes fusionan ritmos autóctonos y contemporáneos, sin perder la esencia. Foto: cortesía Centro Cultural Guaytambos
El público aplaude cada vez que el Grupo Cultural Guaytambos sale al escenario con sus trajes autóctonos y coloridos, y con sus coreografías donde se fusionan la danza autóctona y contemporánea. Desde hace cinco años, esta agrupación trabaja en esta técnica de rescate de la danza de los pueblos andinos de Tungurahua, Imbabura y otras provincias.
Este taller busca, a través de la investigación, que la danza que muestran sea lo más cercana posible a una forma de trasmitir la cultura de cada una de las etnias indígenas del Ecuador. La agrupación cuenta con el apoyo de los coreógrafos imbabureños Luis Conejo y Juan Pablo Ramírez.
Darwin Oñate, director del Centro Cultural Guaytambos, dice que en sus arreglos fusionaron los movimientos autóctonos con la danza contemporánea, pero manteniendo siempre los rasgos andinos en cada una de sus coreografías ejecutadas con ritmos como el sanjuanito, inti raymi, fandango, capishca. A esto sumaron géneros mestizos como el pasillo, el vals y las tonadas.
Explica que el apoyo de los coreógrafos ha ayudado a que el grupo, en poco tiempo, tenga presencia nacional e internacional con giras en todo el país y en países como Colombia, Perú.
Oñate explica que la danza etnocontemporánea es una fusión de lo andino con el ballet. De esta manera pretenden dar forma a una nueva propuesta de mostrar parte de la danza de los pueblos. Próximamente también presentarán un trabajo relacionado con danzas afroecuatorianas como la bomba.
“Estamos trabajando en este nuevo proyecto de investigación que nace desde la fiesta ancestral que se festeja en la comunidad y luego llevarlo al escenario con técnica”.
Uno de los trabajos del Grupo Cultural Guaytambos es las fiestas de los Pendoneros de Salasaka. Oñate indica que en el trabajo se fusiona el Sanjuanito propio de la localidad y que es distinto al de Imbabura en su ritmo.
La celebración de este pueblo de Tungurahua se caracteriza porque el líder de la comunidad lleva el bastón de poder y es el guía espiritual del pueblo. En la danza sobresale el Chaquipunta, que se mezcla con lo contemporáneo y el ballet y que le da un estilo más elegante, pero que mantiene lo autóctono.
Esta investigación, que realizó con los taitas, mamas y los jóvenes, les llevó ocho meses para su puesta en escena. Utilizaron vestuarios en colores neutros como el negro y el blanco y se adaptaron faldones similares a los anacos, pero son más amplios para realizar los movimientos corporales.
Los hombres utilizan cushma negras, que representan al poncho, y pantalones blancos sin bordados. Ahora están en la búsqueda de nuevas alternativas dirigidas al público diferentes y no sean repetitivas.