Ya es casi normal salir por Quito y encontrar una amplia variedad de espacios con una linda decoración y una carta llena de productos con sabor a chocolate.
El cacao, que es tan nuestro, ha permitido que muchos profesionales en gastronomía y repostería creen muchas delicias.
Así es el caso de Ana María Sánchez, una quiteña amante del chocolate. Desde pequeña quería todo con este sabor. En su adolescencia ya sabía que su profesión debía ir por el camino de la cocina. Y decidió estudiar ingeniería en alimentos en Europa.
Estando allá inició una nueva vida. Trabajó en una reconocida empresa de alimentos, y todo iba bien. Pero su corazón le decía “regresa a tu país”.
Con el apoyo de su familia volvió a Ecuador y comenzó a trabajar en una empresa de alimentos para adquirir experiencia ecuatoriana. Tiempo después hizo realidad su sueño y creó BeCocoa. “En un inicio hacíamos trufas y bombones para hoteles y cruceros en Galápagos, los chefs daban el ‘ok’ y después de eso entramos a aeropuertos internacionales”, cuenta Sánchez.
Todo iba bien, hasta que llegó la pandemia. “Ganamos un premio al producto más innovador del Ecuador, estaba viendo cómo crecer más y de golpe me tocó parar”, añade Sánchez.
Pero como buena ecuatoriana la chispa le surgió. Decidió crear un espacio armónico, con aroma a chocolate, íntimo, que al entrar cautiva. Tiene un árbol de guabo en la mitad del lugar que brinda la sensación de estar en plena naturaleza. “Mi papá me ayudó a construir el lugar, toda mi familia está aquí involucrada, pero algo faltaba”. Y es allí donde nace la idea de empoderar a artesanas chocolateras.
Hoy son cuatro las mujeres que están en BeCocoa. Y han encontrado en el chocolate su forma de vida. Cada una de ellas tiene una historia inspiradora.
Por ejemplo, Leonor Díaz fue abandonada por su esposo y tenía que encontrar una manera de vivir. Por una recomendación llegó a trabajar a la casa de un extranjero. “Ahí yo lavaba platos y me pagaba USD 80 por medio tiempo, no quería estar en ese lugar, pero él era muy bueno y me enseñaba su trabajo: hacía chocolates”, cuenta con expresión de gratitud.
Trabajó con él algunos años, tiempo en el que fue creciendo su amor por el chocolate. “Ahora aquí soy feliz, vengo todos los días alegre a trabajar, no como chocolate, pero me gusta hacerlo, decorarlo y que me quede lindo”, dice Díaz.
Estas mujeres han logrado conquistar varios paladares y corazones con sus historias y con el arte de crear delicias.
Si quiere conocerlas puede visitar @becocoaecuador.
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