El instructor moviliza los implementos en función de cada necesidad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Haciendo uso del refrán: si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña, el mundo del fitness incorpora de a poco el servicio de gimnasio a domicilio.
En la capital, varias empresas ofrecen esa opción. Una de ellas es Fitness Factor. Bajo la dirección de Giovanni Carrillo, entrenador personal, ofrece planes de entrenamiento, a personas de todas las edades, enfocados en bajar de peso, mantener medidas, aumentar masa muscular, ganar elasticidad, mejorar la coordinación.
Las rutinas son interactivas, dinámicas y guiadas de principio a fin. Este último servicio, precisamente, es el gancho por el que decenas de personas contratan este servicio, pues en varios centros de acondicionamiento los movimientos se repiten en cada clase.
Los ejercicios carecen de supervisión, ya que disponen de un solo entrenador para ocho y hasta 12 personas. Aquello, según el deportólogo José Reinhart, aumenta el riesgo de sufrir lesiones.
“Un mal gesto deportivo –mal movimiento– puede inhabilitar al deportista”. Y recuperarse de las lesiones toma días, semanas y hasta meses.
En la lista de las razones por las que el usuario contrata el servicio de gimnasio a domicilio también están: por comodidad, para optimizar el tiempo y para garantizar un servicio personalizado.
Entre los clientes de Fitness Factor hay personas de todas las edades, pero sobre todo, adultos mayores. Ellos, según el entrenador, evitan trasladarse de un lugar a otro, los trancones. Quieren comodidad.
Otros, en cambio, prefieren optimizar el tiempo. Andrea Flor forma parte de ese grupo. Esta madre de familia, que cuida de su hija y trabaja en casa, está interesada en adquirir ese servicio, pues por ahora ese el único camino que tiene para mantenerse en forma.
“Tienen que ser responsables, demostrar que tienen conocimiento y adaptarse al horario”, añadió Flor. El entrenador, según Cristian Smith, se acopla al gusto y necesidades del cliente.
Es por esa razón que estas empresas o entrenadores personales ofrecen clases de bailoterapia, yoga, pilates y fortalecimiento muscular.
Para cumplir con este último trabajo movilizan una serie de objetos como pesas rusas o sistemas de entrenamieto en suspensión, que consiste en un conjunto de cuerdas que se pueden colocar en el marco de una puerta, en una columna e incluso en el tronco de un árbol. Allí, el cliente trabaja con el peso de su propio cuerpo y cumple con una serie de ejercicios para fortalecer cada músculo del cuerpo.
Es un sistema versátil con el que se ejecutan sentadillas, flexiones, abdominales.
Otra ventaja del gimnasio a casa es que cada participante trabaja a su ritmo, es decir, compite consigo mismo. El costo de esas clases es más elevado, pues hay empresas o profesionales que ofrecen asesoría nutricional y chequeo deportológico.
En el caso de Fitness Factor el paquete económico bordea los USD 360: incluye ocho clases al mes. Cada encuentro dura una hora. El personalizado dentro de un gimnasio bordea los
USD 200. Carrillo justifica el costo porque el traslado de los implementos requiere de un conductor y una furgoneta.