En el Instituto Nacional Mejía, las clases de la jornada nocturna se inician a las 18:30. Los estudiantes van sin uniforme. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los patios de los colegios 6 de Diciembre, 5 de Junio y Benito Juárez, en el sur de Quito, están cada vez más llenos por las noches.
Esas instituciones recibieron, a inicios de este año lectivo, a los estudiantes que fueron reubicados por el cese de la jornada nocturna en los colegios Emilio Uzcátegui y Consejo Provincial de Pichincha.
Desde septiembre, seis planteles en Quito dejaron de ofrecer la jornada nocturna. En el 2014, en cambio, fueron ocho. Estos cambios ocurren dentro de un “proceso de ordenamiento” que realiza el Ministerio de Educación a esa modalidad. Se busca que no sea un “apéndice” en los colegios.
Este plan contempla la “optimización del recurso humano”. Por eso, los 415 alumnos de la sección nocturna del Consejo Provincial pasaron al 5 de Junio, mientras que los 304 del Emilio Uzcátegui, al 6 de Diciembre y al Benito Juárez.
“La educación es mejor, pero el sector es muy peligroso”, asegura Jonathan Unda, de 18 años, que cursa el tercero de Bachillerato. Él fue reubicado del Uzcátegui, que funciona en Chillogallo, al Benito Juárez, en La Atahualpa. Recibe clases desde las 19:00. Durante las mañanas y tardes trabaja.
En su nuevo colegio se aumentaron los paralelos para recibir a los jóvenes reubicados. Hasta el año pasado había tres terceros de Bachillerato; ahora hay siete. Además, se cerró la oferta de octavo, noveno y décimo de Básica desde este año lectivo en la jornada nocturna.
En el Instituto Nacional Mejía también hubo cambios en la oferta: no se abrieron matrículas para octavo y noveno de Básica. Los estudiantes, que en junio participaron de protestas por los cambios en el régimen nocturno, exigieron explicaciones.
David Chávez, de 24 años, fue uno de ellos. Lleva cuatro años en el ciclo nocturno y cursa el tercero de Bachillerato, pues trabaja durante el día. Dejó sus estudios hace casi nueve años por la enfermedad de su madre, que ahora solo consigue empleos esporádicos.
Su temor es que los cambios en la jornada nocturna lleven, poco a poco, a su desaparición. Dice que cada vez hay menos alumnos y se han reducido los paralelos. Pero el Ministerio ratifica que el Mejía es uno de los planteles piloto y la jornada seguirá funcionando con la modalidad semipresencial, aunque a futuro habrá nuevas modalidades para quienes tienen la escolaridad inconclusa.
Cada año –según el Ministerio– hay más estudiantes en el régimen extraordinario o jornada nocturna. En el actual periodo, el número de alumnos aumentó en cerca 20 000 para esta modalidad (ver gráfico). Pero en Quito 1 400 alumnos abandonaron este régimen.
Otro cambio en esta institución es que se recortó la jornada de clases en 15 minutos y ahora salen a las 21:30. Para Luis M., de 20 años y que cursa el tercero de Bachillerato, ese corto tiempo resulta perjudicial para los alumnos, pues reciben menos clases.
Él trabaja en un restaurante en la mañana -como mesero, cajero, lavaplatos o lo que le asignen- pero quiere entrar a la universidad a estudiar Sistemas. Le preocupa no recibir la preparación completa para pasar el Examen Nacional de Educación Superior (ENES).
En el Colegio 6 de Diciembre también se redujo la jornada
en media hora, por lo que la salida de clases es ahora a las 22:00. Lo mismo sucedió en el Benito Juárez.
Viviana Chumpi, de 18 años y que cursa el primero de Bachillerato, comenta que las autoridades de la institución les han explicado que hay la posibilidad de que se recupere ese tiempo de clases los sábados. “Ahí sí me arruinaría, porque el sábado también trabajo”, asegura la joven.
Ella estudia por las noches, pues tuvo un bebé y debe trabajar para ayudar a sus padres con la manutención.
Según el Ministerio de Educación, los colegios deben dictar 20 horas de clases semanales, por lo que si estas no se cumplen de lunes a viernes, se puede completar el sábado.