Tal como suena y se escribe, Artedeacá es el nombre de una marca que inventé para mi galería. Me encantaba el sonido musical y rítmico de la palabra construida, pero sobre todo el sentido al que apuntaba y la imagen que podría crear. Esto de aquí y de allá puede ser tan relativo, tan poco preciso y claro, más bien me interesa que sea escuchado y entendido en su sentido simbólico y poético. En el mundo en que ahora vivimos, las coordenadas son tan movibles, que el tiempo y el espacio se recorren más allá de su fijación física para ofrecernos un nuevo y singular lugar, constantemente, una experiencia casi virtual y metafórica de lo real.
Si bien ésta es una de las características de esa realidad extranjera todavía para muchos y ahora globalizada, sobre todo por los medios, paradójicamente, no es tan extraña a la experiencia de vivir en la frontera del absurdo o lo contradictorio, de lo mágico o “irreal”, donde las conciencias no transitan virtualmente por el ciberespacio sino que su virtualidad está en el arraigo, en lo intangible. Precisamente, entre acá y allá hay solamente eso, las propias asincronías de un tiempo no absoluto, las mismas discrepancias en los puntos de referencia. Es por ello que entre aquí y allá no hay fórmulas posibles, hay universos distintos que se traslapan a ratos, se besan a otros o se transparentan creando veladuras.
Sin embargo, mucho del arte contemporáneo responde a la fórmula global. Prescribe en función de resultados “correctos” para tiempos y espacios “semejantes”. No son médicos, son curadores los que recetan en lingua franca desde allá: uso singular de nuevos medios y de un conceptualismo audaz para despertar conciencias. Entre la táctica de shock o de alucinación y la sofisticación de lo efímero, la necesidad de captar las fuerzas que hacen y deshacen las vidas de seres y universos, para hacerlas visibles a través del arte, desaparece.
No hay arte sin riesgo y éste no cabe en la fórmula. No hay creación posible en la comodidad o, mejor dicho, en el acomodamiento. Sólo unos pocos consiguen construir un sentido de pertenencia a un mundo, en parte experimentable y en parte intuible, que transcurre entre los bordes de lo dicho y por decir, entre las líneas de aquí y de allá. Esos pocos despiertan mi asombro, vengan de donde vengan. Ese asombro es el que busco y comparto.
Ileana Viteri
Tiene estudios en arte y filosofía; es arquitecta y pedagoga. Profesora USFQ y directora de Ileana Viteri Galería. Y es madre de dos hijos.