Pasa el aguacero y la granizada, Quito se queda frío y su cielo negro. Pero la noche se matiza en un lugar acogedor y, sobre todo, vivo. El Este Café se abre con sus bebidas y con sus proyectos culturales.
El jueves fue con la ‘Makina de pintar’: un momento y un espacio que reunieron a cinco artistas para que pintaran en vivo. Unos cuantos pinceles, algunos botes de pintura, un panel como lienzo; los trazos y los colores que fugaces en la mano de los pintores van creando formas.
Iluminados por un par de reflectores Diana Armas, Mo Vásquez, Bego Salas, Kiko y Wilo se dan a su tarea en un ambiente distendido. La atmósfera se hace de la música, la charla y la risa. El mismo tiempo que dura un sorbo de café o un trago de cerveza, es el que se toma para lanzar un brochazo y conseguir que aparezca un rostro, un ser, un gesto.
La nueva gráfica se gesta en estos espacios alternos, se difunde con propuestas como la ‘Makina de pintar’. Las pinturas permanecerán expuestas en el local y el fin ideal sería su venta.
Ya no es el cubo blanco de una galería el único centro donde circula el arte, sino que cualquier rincón de Quito es un taller vivo que late al son del pavimento y de la noche. Y no solo ocurre con las artes visuales, cada martes, las letras llegan a este espacio con Poetas de café.
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