Lleno total hubo la noche del sábado en el Teatro Nacional Sucre durante el concierto de Las ocho estaciones (cuatro de Vivaldi y cuatro de Piazzolla) que ofreció Tadashi Maeda acompañado de la Orquesta de Instrumentos Andinos (OIA).
Para este concierto, cuyo nivel de asistencia obligó a los organizadores a cerrar las puertas dejando fuera a un centenar de personas, Maeda fue el solista de las piezas de Vivaldi y Piazzolla. Durante su interpretación, que superó las expectativas de muchos de los asistentes, Maeda dio lo mejor de su violín en un concierto que, según él comenta, estuvo marcado por la emotividad. “La alegría se sentía por parte del público y los músicos. Es así que los aplausos fueron sentidos como verdaderos y no como parte de una formalidad”, comenta el violinista.
Lo que fue una lástima es que para el concierto fueron utilizados más de 30 micrófonos para amplificar los sonidos de los instrumentos. Es así que no se pudieron apreciar las verdaderas melodías de los instrumentos causando, en cierto modo, la pérdida de su sonido real.
Ya sobre la interpretación de la OIA, su trabajo en el escenario lanzó un balance positivo tras un mes de ensayos de las obras. El acompañamiento que dieron al violinista fue de un nivel interpretativo tal que en ciertas ocasiones se los podía confundir con los sonidos de una sinfónica.
A pesar de las diferencias entre el barroco de Vivaldi y la contemporaneidad de Piazzolla, la fusión de las partituras de los dos dieron como resultado un concierto armónico. La dinámica interpretativa que se llevó a cabo durante el programa fue Vivaldi-Piazzolla-Vivaldi.
Aunque el público llenó el Teatro, muchos no supieron llevar la debida compostura de encuentro musical. Llantos de bebés, susurros e incluso gente con alimentos interrumpieron esta propuesta innovadora. Además, las pausas generadas por las interrupciones de continuos aplausos dieron un tono un poco informal a la noche de ‘Las ocho estaciones’.
Tras el concierto, el público ovacionó prolongadamente a los artífices de esta fusión de 200 años de música. En su camerino, Maeda señaló que durante este mes de ensayos que queda por delante, antes del segundo concierto, se iba a trabajar más en la parte emotiva de los músicos y de él mismo. “A diferencia de los músicos de instrumentos andinos, que dan el cien por ciento de su alegría durante la interpretación, los músicos como yo estamos acostumbrados a dar un ochenta por ciento para poder controlar los ánimos”, dijo.
Es así que la fuerza interpretativa de los aproximadamente 30 músicos de la OIA fue el acompañante perfecto para un Maeda que en la dirección de Las ocho estaciones logró concretar en una sola pieza (ya que el concierto no tuvo intermedio) tres géneros distintos en su forma: el barroco de Vivaldi, la Argentina de Piazzolla y los sonidos andinos.