En la Plaza Cívica de Cuenca se elaboró la cruz andina. Fotos: Lineida Castillo / EL COMERCIO
Las prácticas y conocimientos ancestrales sobre la agricultura se mostraron en el intercambio de semillas nativas y saberes, que reunió a indígenas y campesinos de Azuay, Cañar y Morona Santiago.
El evento, que se realizó la semana pasada, fue organizado por la Red de Integración de Productores Agroecológicos de Economía Solidaria, Municipio de Cuenca, Asamblea Agraria y el Ministerio de Agricultura. En la Plaza Cívica de la capital azuaya participaron más de 200 expositores.
Los yachaks Manuel Tutabo y Robert Ochoa, en representación de las etnias shuar y cañari, efectuaron una ceremonia de iniciación. Agradecieron a la tierra, al aire, a la luz y al agua,que son los elementos básicos para la germinación de las semillas y representan la vida.
Hubo una chakana andina, que fue elaborada con semillas, frutas, flores y velas. Allí, se ubicaron las autoridades, dirigentes y participantes en general. En el ritual, los yachaks ofrendaron todas las semillas que iban a ser intercambiadas para que den buenos frutos.
Tras la ceremonia empezó el trueque, donde cada participante compartió con los interesados las características de sus productos como la procedencia de las semillas, suelos donde crecen, clima, ciclo lunar para la siembra, riego, cuidado y cosecha.
“En cada semilla está implícito un conocimiento que intercambiamos entre pueblos originarios”, dijo Pedro Encalada, quien es uno de los 70 socios de la asociación Pilcomarca, de la parroquia Cojitambo, en el cantón Azogues.
Ellos mostraron seis variedades de semillas de maíz, cuatro de fréjol y dos de zapallo. Encalada registró los contactos de cada persona que llevó sus semillas para, luego de un tiempo, conocer los resultados. “Por las buenas cosechas se mide el resultado de este intercambio”.
En la feria hubo elementos alusivos a la Chola.
En este comercio, donde no se manejó dinero, los campesinos asumieron dos compromisos. El primero fue dar seguimiento a las semillas entregadas y el segundo devolver semillas cuando consigan la primera cosecha.
Con ello se rescata y se acerca a las comunidades al autoabastecimiento, señaló Elvia Ponce, representante de la Mesa de Agroecología.
Dentro del pensamiento indígena, la mujer es la curadora de las semillas y la responsable de mantener la tradición de proteger las plantas andinas. La cañarense María Guamán, de 85 años, aprendió de su abuela y de su madre las técnicas para cuidar las plantas y enseña esos saberes a sus hijas y nietas, para asegurar la continuidad.
La indígena Magdalena Cela, del cantón Suscal, se autodefine como guardiana de las plantas. “Nuestra misión es mantener la continuidad de las especies que nos encargaron nuestros ancestros, a través de sus conocimientos, para utilizarlas en la medicina, alimentación y cuidado de la semilla”.
La siembra es una herencia ligada a la identidad de los pueblos y posee un gran acervo cultural, explicó Lauro Pesántez, concejal y presidente de la Comisión de Desarrollo Rural y Comunitario. “Compartir las semillas genera un ambiente de familiaridad, pero detrás hay valores, creencias, costumbres de los pueblos”.
Los participantes exhibieron las mejores semillas, pero también alimentos y derivados para reconfirmar la calidad y sabor. Por ejemplo, la Asociación Chumblín, del cantón azuayo de San Fernando, presentó conservas, dulces y mermeladas de chamburo (fruto) y helado de achira.
En cambio, la Asociación Agroecológica Sol Naciente de Jima, perteneciente al cantón azuayo de Sígsig, presentó chicha de quinua y fideos de quinua con amaranto. En otros espacios hubo semillas de ocas, mashua, fréjol y canguil.
Para Digna Chillogallo, de la zona de Chumblín, el trueque no se ha perdido, sino que ha experimentado cambios. Entre otros, se realiza en cualquier momento cuando los vecinos se intercambian semillas de los productos que están en plena cosecha.
Para el concejal Pesántez, el trueque se configura como una práctica cultural y social con potencial. “En el campo, esta forma de permuta permitía ponernos de acuerdo en qué especies intercambiar y se consolidaba dentro de la economía comunitaria. Ahora debemos rescatarla”.