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El bricolaje vs. el estrés

Cómo cambian las cosas. Hasta hace un decenio las funciones hogareñas todavía estaban marcadas con tiralíneas. Y los campos de acción, también: el hombre a su cosas, la mujer a las suyas.

Observar a un hombre sembrando bulbos y semillas y podando sus plantas era visto con suspicacias.

Y quienes se daban a la tarea de componer todos sus trastos viejos o de poner su firma en sus propias ‘invenciones’ eran tildados de avaros o de desocupados.

¿Seguro? Sin discusiones. La nueva generación de psicólogos descubrió que la jardinería, la cocina y el bricolaje son las mejores herramientas para frenar a este monstruo silencioso y para recuperar las energías perdidas en el tráfago diario.

Perder el tiempo en preparar una nueva receta culinaria, pegar una pata rota de una mesa o regar diariamente las buganvillas es ganar años y salud.

Así es que no queda de otra: hay que comprar un buen libro de cocina o una superguía de ‘hágalo usted mismo’ o un manual para sembrar bonsáis y ponerle manos a la obra.

¿Qué no posee un jardín, no tiene una herramienta o no sabe cómo colocar un clavo? Esos son pretextos para no sacarse el clavo.

Basta tener un pequeño terreno de 2 m² para crear un jardín. ¿Vive en un departamento sin un metro de suelo? Pues decídase por las macetas. Estas ocupan poco espacio y se pueden ubicar en cualquier rincón.

¿Lo que más le gusta es fabricar muebles pero no se siente capaz? No se agobie, los estantes de las ferreterías ofrecen varios tipos de muebles solo para armar. Estos hasta llevan incorporadas las herramientas.