El sector de la Quito Norte ha mostrado un crecimiento sostenido. Además del comercio informal, los restaurantes y los conjuntos habitacionales, un gran edificio resalta entre las calles Machala y Sabanilla.
Se trata del nuevo campus de la Universidad Indoamérica. Son dos grandes edificios que tienen espacios verdes y recreativos que están al servicio también de la comunidad vecina. En el ingreso por la Sabanilla, un gran domo de policarbonato se destaca. Es el ingreso de luz para la biblioteca.
Amaro Chugchilán, del departamento organizacional de la universidad, dice que la biblioteca es virtual. “Los estudiantes tienen contacto con bibliotecas de todo el mundo. Además, contamos con un servicio de banda ancha de Internet en todo el campus”.
“La Universidad Indoamérica quiere proyectar en su campus su quehacer, en sintonía con decisiones de políticas públicas nacionales que impulsan la investigación y la innovación, comenta, por su parte Saúl Lara, rector del centro educativo superior.
Los edificios universitarios conjugados con una Plaza Cívica en el medio se levantan en un terreno de 18 000 m². Pero la construcción en sí tiene 22 000 m².
Estamos incorporando, añade Lara, los laboratorios biotecnológicos que permiten adentrarnos en el desarrollo y nos permiten hacer investigaciones relacionadas con la carrera de biodiversidad, por ejemplo. “Apuntamos a lo que queremos apoyar”.
Los edificios, levantados con el sistema tradicional, tienen un recubrimiento exterior natural que también sobresale. Se utilizó piedra ecuatoriana y de otros países como Brasil para el revestimiento, porque la idea es mostrar lo que hay en la región, agrega Lara.
“En determinados espacios quisimos identificar la relación de la universidad con la historia de Indoamérica y su nombre”.
En los parques exteriores se pueden encontrar palmeras, los árboles típicos de la región costera del Ecuador. también hay vegetación propia de la Sierra.
El diseñador del campus fue el arquitecto Santiago Suárez, en tanto que la construcción estuvo a cargo del ingeniero Nicolás Bayas y su grupo de trabajo. Sin embargo las ideas profesionales contaron con el apoyo del Rector, quien aportó con sus conocimientos después de recorrer Latinoamérica conociendo las universidades de otros países de la región.
El proceso de construcción tardó alrededor de un año.
Pese a que el espacio de cada aula permite la presencia de 50 estudiantes, la disposición de la universidad es que solamente ingresen 35 alumnos por salón.
La tecnología de punta es otra de las fortalezas del campus.
En cuanto a los acabados, en los pisos se utilizó porcelanato. La mayor parte de las puertas interiores son de vidrio. Los colores se eligieron para evitar que los estudiantes se distraigan. Son tonos bajos (entre blanco y plomo) y se pusieron después de un estudio.
Actualmente, en el nuevo campus funcionan las carreras: semipresencial (3 000 alumnos), la presencial (135 estudiantes) y la a distancia (7 000 alumnos). Pero, lo fuerte del centro educativo, aclara Chugchilán, es el sistema de pregrados y posgrados.