Tan solo basta revisar lo que pasó en el Polo Norte, donde varias zonas registraron temperaturas cercanas a los 0° centígrados, casi 20° más caliente que la cifra promedio en el siglo XX. Foto referencial: Wikicommons
En materia ambiental, el 2017 comenzó con una expectativa concreta: mitigar el cambio climático global con el fin de mejorar la calidad de las personas. Para ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) anunciaron que en este año se lanzará un programa en conjunto para revertir los efectos de un ambiente contaminado en la salud de las personas.
Este, al parecer, es el resultado de un 2016 que cerró con cifras rojas. A lo largo del año pasado, diversos estudios pusieron de relieve que la salud del planeta estaba decayendo de forma acelerada. Tan solo basta revisar lo que pasó en el Polo Norte, donde varias zonas registraron temperaturas cercanas a los 0° centígrados, casi 20° más caliente que la cifra promedio en el siglo XX. Al otro extremo, en el sur, un estudio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos indicó que 596 de los 674 glaciares de la costa oeste antártica han retrocedido gradualmente.
No solo los polos se calentaron. De hecho, un informe lanzado por la OMM dejó por sentado que el planeta tuvo su año más caliente en el 2016. Esto implicaría más que olas de calor en las ciudades: en los bosques y selvas, zonas marcadas por una frágil línea de conservación, el aumento de la temperatura resulta en la desaparición progresiva de las plantas. Ya en 2015 esto se evidenció en el Ecuador tras un estudio liderado por Naia Morueta-Holme, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca). Ella demostró que la flora del Chimborazo estaba migrando hacia zonas más frías debido al deshielo progresivo que afectó a los glaciares del coloso.
El inicio del antropoceno, la nueva era geológica causada por la actividad humana, también tuvo una repercusión en el acceso al líquido vital. El avance de la agricultura, que en el 2016 ocupó un 34% de la superficie terrestre para alimentar a cerca de 7,5 billones de personas, hizo que para esta actividad se destinen 69% de los recursos hídricos mundiales.
En materia de protección ambiental, el 2016 sí cerró con cifras halagadoras. Gracias a la actividad conjunta de gobiernos y organizaciones no gubernamentales, un 5% de los mares y océanos entraron en sistemas de protección ambiental. En total, el año pasado dejó más de 32 millones de kilómetros cuadrados protegidos.
A pesar de los esfuerzos por cuidar el ambiente, en el planeta se dio una gran pérdida: casi el 50% de la Gran barrera de coral enfrenta un blanqueamiento sin precedentes. Al respecto, la ONU señaló que: “si la tendencia actual continúa y el mundo no consigue reducir las emisiones de efecto invernadero, se producirá una grave decoloración todos los años en el 99% de las barreras de coral del mundo durante este siglo”.
La decoloración está provocada por la muerte de organismos vivos o algas dentro de los corales, que puede deberse a pequeños cambios en las condiciones de las zonas marinas tales como la subida de la temperatura promedio del agua.