Las balsas muestran una forma de vida del afro

Los esmeraldeños tienen la costumbre de cocinar comida típica en las embarcaciones. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Los esmeraldeños tienen la costumbre de cocinar comida típica en las embarcaciones. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Los esmeraldeños tienen la costumbre de cocinar comida típica en las embarcaciones. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Los afroesmeraldeños buscan rescatar el uso de la balsa tradicional, el principal sistema de movilización en los ríos del norte de Esmeraldas.

La barcaza no solo era usada para transportar madera desde la cabecera de las riberas, también muestra una forma de vida, porque en ella se evidencia parte de su gastronomía.

Una de las propuestas de la agrupación folclórica Presencia Negra es hacer una representación de esta transportación ancestral de los negros e indígenas del norte.

El objetivo es mostrar cómo las casetas de esos rústicos navíos eran construidas con ramas de árboles sobre boyas, para llevar hasta 50 trozas de madera desde el alto Cayapas, Santiago y Ónzole, asentamientos afro e indígenas.

Guillermo Ayoví (Papá Roncón), uno de los personajes del folclor afroesmeraldeño, cuenta que él bajaba en esas balsas desde la población de San Miguel, por el río Cayapas, hasta Borbón, donde estaban los aserraderos.

Los navegantes llevaban provisiones para los cuatro días de navegación como plátano y pescado seco, para cocinar su tapa’o sobre un fogón de leña. “A veces pescábamos sábalos para hacer tapa’o de pescado fresco”, señala Ayoví.

También se transportaban frutas, como el banano o sacos de carbón, que quemaban para vender en Borbón, el eje comercial de los cantones Eloy Alfaro y San Lorenzo.

Aunque para muchos era una actividad comercial, para otros como Guillermo Ayoví se constituía en una forma de vida del pueblo afro, porque sus viajes por el río sirvieron de inspiración para cantar arrullos. Su relación con los indígenas chachis les sirvió para aprender a tocar la marimba.

Las balsas ancestrales siempre están llenas con productos agrícolas de la zona.

El antropólogo Xavier Vera explica que las balsas antiguamente fueron utilizadas por los indígenas del norte de Esmeraldas y que los afros trabajaron más en la elaboración de bongos o canoas.

Sin embargo, los afros aprendieron a usar balsas para moverse por el río, porque labrar una canoa llevaba más tiempo. Por eso ocurrió lo que los antropólogos llaman apropiación del bien para su uso.

Las balsas en la actualidad son usadas por los afros para navegar por los ríos arrullando a sus santos. Así lo hacen en Eloy Alfaro y Rioverde, donde ofrecen desfiles náuticos a la Virgen del Carmen y San Martín de Porres. ¡Empujen la balsa y denle para fuera que el Niño ha llegado en noche serena!

Este es uno de los coros de un arrullo que es interpretado por cantoras de la tradición como Rosa Wila, en el que canta al Niño Dios, sobre una balsa.

Las balsas siempre están llenas de plátano, banano, zapallo, toronja, sandía, cacao, yuca, naranja, papaya y limón.

Esta es una forma de mostrar la abundancia de sus campos, que durante las celebraciones son ofrecidas a los santos para que nunca falten. Eso se muestra en la romería náutica a San Martín de Porres, en la población de Canchimalero. Cuando las balsas arriban a la playa, los devotos de San Martín lanzan frutas para que la población las aproveche.

El antropólogo Adison Güisamano es uno de los proponentes del rescate de las tradiciones orales y la forma de vida de los ancestros, a través de la recolección de testimonios de los habitantes de los ríos.

La propuesta es que con la ayuda de la Casa de la Cultura de Esmeraldas se pueda contar con el financiamiento para investigar sobre el uso y la construcción de las balsas, como se hizo con el documental de la oralidad ancestral del norte de Esmeraldas.

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