En Villamil Playas aún se utilizan balsas para realizar pesca artesanal y para paseos turísticos. Hace un año se declaró esta actividad como patrimonio intangible de la Nación. En la gráfica Pedro Mite Borbor. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO
En el centro de General Villamil Playas hay un monumento a las balsas de la cultura Guancavilca, que define parte de su legado ancestral. La estatua está en las calles 15 de Agosto y Paquisha, principal intersección de la ciudad costera.
La representación, hecha en cemento, está cubierta de polvo y una mancha negra impide leer la placa de inscripción. La escultura de una balsa sobre una ola, perdió color por las lluvias, el viento y el tiempo.
Al igual que la pintura de esa estatua, la tradición de la navegación en balsa también se está perdiendo. Al momento solo quedan 12 balseros en el cantón, según contó Álex Yagual, gestor cultural e historiador oriundo de Playas (Guayas).
14 balsas están encalladas al norte de la playa, a pocos metros del rompeolas. Las embarcaciones -de 6 metros de largo por 1 de ancho- solo salen al agua en los festivales.
La intención de los gestores culturales y del Municipio de la ciudad, es rescatar la tradición mediante proyectos a mediano plazo. El año pasado lograron que la pesca en balsas y su construcción, se declare como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado.
Las balsas guardan las técnicas ancestrales de construcción, que usaban los Guancavilcas. Utilizan hachas para dar forma a los troncos. Amarran con sogas tres troncos –ellos las llaman boyas- del mismo largo. El del centro debe ser más delgado, para dar estabilidad a la embarcación. El mástil es de caña. Lo único que cambió fue la vela, que ahora es de lona y que antes se hacía con lana tejida a mano.
Uno de los proyectos que propone el Centro Intercultural Cacique Tumbalá, que busca defender el patrimonio de la ciudad, es capacitar a jóvenes para que se conviertan en capitanes y tripulantes de balsa. La intención es que la tradición se mantenga, ya que los capitanes actuales superan los 60 años.
En el 2011 se realizó un plan piloto, junto a la Prefectura del Guayas, que ofrecía paseos turísticos en las balsas. La iniciativa no se mantuvo por desacuerdos con el Ministerio de Turismo, según Yagual.
Se pretende retomar ese proyecto de emprendimiento. El Municipio y la Prefectura prevén conversaciones con el Ministerio de Turismo y el Ministerio del Ambiente, para incluir los paseos en balsas como deporte extremo.
Asimismo, se gestionó un convenio con la organización Crespial, de Perú, que se encarga de preservar el patrimonio indígena de la región. Ellos están financiando un documental sobre los balseros.
Hasta el año pasado, los balseros también usaban las embarcaciones para realizar pesca artesanal. Sin embargo, resultaba poco competitivo frente a pescadores que salían al mar en pangas a motor.
Pedro Mite, uno de los balseros que queda, cuenta que en sus salidas al mar solo regresaba con 10 o 15 piezas (pescados). Él pescaba con atarraya, caña y arpón.