El grupo cultural de Muishily danza al ritmo de una entonación en honor a la pesca de la nacionalidad Tsáchila. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
En la música folclórica de la nacionalidad Tsáchila se plasman diversos acontecimientos de la rutina diaria de sus miembros.
La personificación de sus hábitos en la pesca, por ejemplo, se transmite a través de los sonidos de la percusión de sus instrumentos ancestrales con los que armonizan las danzas.
Para lostsáchilas, el oficio de la pesca representa una de las actividades fundamentales para su subsistencia. Tanto es así, que le ofrecen tributos y elogios en agradecimiento a lo que la naturaleza les otorga, dice el nativo Abraham Calazacón, de la comuna Chigüilpe.
La cacería de animales, los frutos que brotan de los árboles, el caudal continuo de los ríos, las lluvias y la provisión permanente de materiales para la vestimenta también se llevan a la recreación musical.
Pero en estos tres últimos años, los aborígenes sintieron que el folclor dedicado a la pesca debía estar más presente en sus momentos culturales para elevar una suerte de manifiesto ante la amenaza que tienen actualmente sus fuentes de subsistencia.
Calazacón es uno de los portavoces de ese pronunciamiento.
“Nuestros ríos ya no son una garantía para la supervivencia de los peces, que en épocas pasadas abundaban por todos lados. Hay muchos líquidos, químicos y aceites de color negro que descargan a las aguas y matan a nuestros peces”.
Los principales ríos que llegan a las siete comunas tsáchilas están contaminados no solo por esas descargas sino por las vertientes de cañerías sanitarias de la ciudad, según las autoridades de Santo Domingo. Eso ha originado que las aguas de los afluentes no sean aptas para el consumo humano y tampoco para la supervivencia de las especies.
Los tsáchilas lamentan esta situación en sus danzas que dedican a la pesca.
En una de las presentaciones que se realizó en el centro cultural Muishily, un hombre de la nacionalidad trata de buscar un pescado entre su red, que aparece tendida en lo que se supone es un río.
En su espalda lleva un canasto de rampira vacío, como muestra de que la jornada ha sido para nada productiva.
Alrededor del pescador, las mujeres danzan y agitan sus manos. El vaivén complementa la escena de la búsqueda nula de pescados en un afluente vacío de especies.
El gobernador de la nacionalidad, Javier Aguavil, cuenta que la música ancestral se ha convertido en la vía para expresar sus malestares dentro de sus territorios.
Pero también para crear conciencia entre los habitantes para que sienten la necesidad de cuidar los recursos naturales.
El líder del Consejo de Ancianos Tsáchilas, Héctor Aguavil, asegura que esta personificación musical de la pesca, al menos les permite enseñar a las nuevas generaciones cómo era esta actividad en tiempos de sus ancestros.
Para este dirigente, es importante seguir con este ejemplo, debido a que el arte de la pesca fue durante años su principal actividad de subsistencia.
Actualmente, la actividad económica se basa en la agricultura y el turismo. En el canto y la danza a la pesca se añora el tiempo de la abundancia.
Informe
El 2016 se conoció un informe del Ministerio del Ambiente que reveló la contaminación de 30 ríos.
Sin uso
Los ríos Chigüilpe, Pove y Verde son los que en el pasado fueron utilizados por los tsáchilas para pescar especies.
Utilidad
Actualmente, las aguas de los afluentes se emplean para lavar ropa y para el aseo de pisos de los centros ancestrales.
Prohibición
A los niños de la nacionalidad se les pide no bañarse en los ríos para que no adquieran problemas dermatológicos.