Los habitantes del cantón Saraguro compartieron los alimentos entre todos los asistentes del Festival del Pinshi. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
Detrás del pinshi están los valores de la organización, participación y la vida en comunidad. Eso se difundió el pasado domingo 17 de julio de 2016 en el cantón lojano de Saraguro, durante el Festival del Pinshi.
Es una ofrenda en comida o productos de una persona o comunidad hacia otra, en una celebración o minga. Se trata de una tradición indígena que nace desde la cosmovisión andina, como una acción de solidaridad.
El domingo pasado no hubo una fiesta especial, pero el festival se enmarcó en las actividades de vinculación y reciprocidad de la Cooperativa Jardín Azuayo con el pueblo Saraguro. El evento empezó a las 10:00, en el parque central, al aire libre, entre sol y llovizna.
El festival se complementó con una feria de 20 emprendimientos productivos, juegos tradicionales y música. Se ofertaron hortalizas, granos, verduras y artesanías.
Desde las 11:00 empezaron a llegar los pinshis ofrecidos por comunidades, estudiantes, asociaciones y beneficiarios de créditos productivos. Fueron canastas con mote cocinado, arroz o trigo, cuy o pollo, papas, panes y queso. Como postre hubo miel con quesillo y como bebida la tradicional: chicha madura de jora.
María Tene, de la comunidad de Tuncarta, trajo un canasto mediano y otro fue donado desde Urdaneta. También colaboraron los estudiantes y los cabildos de San Lucas y Tenta y los 32 socios de la Asociación de Artesanos de Saraguro.
Los organizadores aprovecharon la salida de los fieles de la misa de las 12:00 para compartir estos alimentos. Manuel Medina y Polibio Chalán explicaron cómo surgió esta tradición ancestral y los protocolos existentes.
Según Medina, el pinshi es un símbolo. No se limita a un plato de comida sino al acto de compartir. Él puso como ejemplo que “alguien construye su casa y su vecino o familiar le ayuda en el entablado. Eso es pinshir, apoyar al otro en lo que hace, participar en ese quehacer cotidiano o festivo”.
Para Hugo Morocho, directivo de Jardín Azuayo en Saraguro, el objetivo de este festival fue resaltar esa convivencia. Polibio Chalán, docente de la Universidad Nacional de Loja, agregó que detrás de esta ofrenda hay protocolos y jerarquías que se cumplen. Por ejemplo, el dueño de la casa, de la fiesta o quien dirige la minga recibe los pinshis.
Este, a su vez, ordena a una persona de su confianza la repartición entre los presentes. “Nadie se puede ir sin comer. Es una expresión de gratitud y de reconocimiento por el apoyo brindado”.
Por eso, Morocho recibió los canastos y los líderes de las comunidades y organizaciones se encargaron de repartirlos. Se unieron varias mesas, como ocurre en esta tradición indígena, y allí fueron colocadas las canastas con los alimentos.
Otro detalle es que los tamaños dependen del cariño y la gratitud que tiene la persona que entrega. “Es una muestra de despojarse de lo que se tiene, ser generoso y mantener esta tradición”, señaló Franklin Quishpe, educador cooperativo de Jardín Azuayo.
Hubo indígenas y mestizos, que vivieron con alegría esta expresión cultural. “Los valores de compartir, colaborar y ayudar son innatos en los pueblos y nacionalidades indígenas, resaltó María Matilde Ambuludí, durante el acto.
La azuaya Teresa Durán llegó para conocer Saraguro y asistió a esta fiesta. Ella escuchó con atención la explicación del pinshi y recibió un plato de comida que le ofrecieron. “No conocía esta tradición y me agradó cómo las personas son generosas y comparten”.