El concierto de Metallica, el pasado 18 de marzo en el parque Bicentenario, dejó a los miles de fanáticos que asistieron, satisfechos con la presentación. Sin embargo, el ruido sobrepasó los 120 decibeles que genera el despegue de un avión, lo que causó más de una molestia en sectores ubicados en las cercanías del lugar. Tras el evento también se identificaron problemas como el tránsito, la seguridad, la higiene.
Esta es la primera vez, tras la salida del Aeropuerto Mariscal Sucre, que un concierto genera más de una molestia en sectores ubicados en las cercanías del parque Bicentenario.
Cuando el Ecuador dé un paso hacia el desarrollo, saldrá la ley Anticontaminación de Ruido. Entonces se eliminarán las inconcebibles alarmas de los carros, que no se sabe cuántos robos habrán evitado. Se podrá caminar por las calles de cualquier pueblo o ciudad, sin tener que escuchar música a todo volumen que ni siquiera nos gusta. Se podrá amanecer sin oír los pitos de la camioneta que vende gas.
Al caminar por las estrechas calles del Centro Histórico de Quito, el sonido de los pitos de los carros se mezcla con la voz de los vendedores ambulantes y la música que emite uno que otro parlante instalado en las puertas de los locales comerciales que hay en la zona.
El uso excesivo del claxon, los altoparlantes de los almacenes, los altavoces móviles. Además, el intenso comercio y el rugir de los motores de los 25 000 vehículos que circulan a diario por las calles y avenidas, convierten a Riobamba en una ciudad ruidosa. Un muestreo aleatorio efectuado por el Centro de Servicio Técnico y Transferencia Tecnológica Ambiental (Cesta) de la Escuela Politécnica de Chimborazo (Espoch) así lo demuestra. El miércoles 20 de noviembre, los especialistas Álex Andrade y Luis Sáenz instalaron los sonómetros en dos sitios concurridos de la capital de Chimborazo. La primera fue en las calles Primera Constituyente y García Moreno y la segunda en la Olmedo y Colón, en el centro riobambeño. Los equipos detectaron que el sonido oscilaba entre los 68,3 y 83,3 decibeles, es decir, sobrepasaba lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que es 65 para las zonas consideradas como residenciales mixtas (sitios de vivienda y de comercio). “Los valores regis
Si el valor máximo permisible de ruido en horario diurno es de 65 decibeles, Ambato está en el límite, entre 60 y 63 decibeles. Esta es la conclusión a la que llega un estudio desarrollado por la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad Central del Ecuador. Según el análisis, en el día, el 84% de ruido de la ciudad proviene del tránsito urbano, el 8% es de origen industrial, el 4% está en la construcción y el restante 4% es ruido sin especificar su origen. La investigación generó que el Municipio ambateño iniciara una campaña contra el ruido.
Un estudio sobre el ruido realizado en 30 puntos del centro de la capital azuaya determinó que el 90% de las zonas estudiadas soporta niveles superiores a 65 decibeles, que es el indicador aceptado por la organización Mundial de la Salud (OMS). La principal fuente de contaminación es el tránsito vehicular.
Un ejército de santos y ángeles está firme, en una vieja vitrina de vidrio. Son soldados de yeso que protegen el negocio de María del Carmen Pérez. En este local de artículos religiosos se respira una paz intermitente, que huye cuando el semáforo cambia a verde.
El viaje desde la estación Río Coca hasta la parada La Marín dura cerca de 30 minutos. Este es el recorrido que a diario realiza Gabriel Guadamurd, quien vive en el valle de Los Chillos y trabaja en el sector de La Granados.
Para los vecinos del actual aeropuerto, no solo crece la expectativa por dejar de despertarse a diario con el ruido de la turbinas de los aviones, se proyectan a convivir en un sector potencialmente comercial, de negocios, recreativo y con una creciente plusvalía.
Científicos descubrieron que cuando las pirañas cazan hacen un ruido similar al de un ladrido.