Al caminar por las estrechas calles del Centro Histórico de Quito, el sonido de los pitos de los carros se mezcla con la voz de los vendedores ambulantes y la música que emite uno que otro parlante instalado en las puertas de los locales comerciales que hay en la zona.
Según Augusto Burneo, de la Corporación Ecuatoriana de Biotecnología, estos sonidos si bien generan contaminación auditiva ahora pueden ser tratados como componentes para medir la calidad física del aire.
“La mayoría de investigaciones nacionales sobre la calidad del aire se ha concentrado en la contaminación química, dejando de lado al ruido, que es una fuerte amenaza a la salud física y mental de la población urbana, dijo Burneo durante su exposición en el Congreso Anual de Meteorología y Cambio Climático, realizado en la Universidad San Francisco de Quito, en Cumbayá.
Durante la conferencia se habló de que en Quito rige la Ordenanza 213, que regula el ruido. Sin embargo, para Andrés Navas, estudiante universitario, las políticas no son claras. “La norma establece el retiro de los altavoces o parlantes a quienes sobrepasan los 65 decibeles, pero esto no se cumple”. La afirmación de Navas se basa en una experiencia personal. Él vive en el Centro Histórico y asegura que varias veces ha denunciado a sus vecinos por colocar parlantes en las ventanas y escuchar música a alto volumen.
Si a esto se suma el sonido de las fuentes móviles (vehículos particulares y buses) el nivel de ruido en la zona que vive Navas sobrepasa los límites tolerables establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS): 70 decibeles.
Por ejemplos como estos, Quito, junto con Guayaquil, Río de Janeiro (Brasil) y Lima (Perú) son las ciudades de América del Sur con la mayor cantidad de ruido generado.
En esas urbes el ruido promedio es de 100 decibeles. Estos datos fueron proporcionados, en el 2013 por la Fundación Médica contra el Ruido Ambiente-Contaminantes (Funcorac).
En contraposición con estas ciudades ‘bulliciosas’ aparece Montevideo (Uruguay) como la urbe menos contaminada por el ruido.
Se suman Buenos Aires y Santiago de Chile, en donde está prohibido el uso de pitos y cláxones. En esas ciudades, los decibelios no pasan de 60.
Tanto en Quito, Guayaquil y Cuenca se realizan monitoreos de los niveles de ruido. En Cuenca, por ejemplo, el 70% del ruido proviene del tránsito vehicular. La industria y el comercio también han sido identificadas como una fuente permanente de sonido.
De las 30 zonas que se monitorean en esa ciudad, siete han sido consideradas como las de mayor concentración de ruido, especialmente a las 07:00, hora en la que se registra un promedio de 75 a 79 decibeles, cuando la norma establece que en promedio deberían registrarse de 65 a 70 decibeles.
Al finalizar el Congreso, una de las conclusiones de los participantes fue demandar políticas y sanciones claras frente a la contaminación auditiva.
En contexto. La Organización Mundial de la Salud indica que el sonido es la segunda causa de enfermedad por motivos ambientales. También señala que el ruido de vehículos, trenes y aviones puede causar desde insomnio hasta problemas de aprendizaje y ataques al corazón.
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