El famoso Manhattan se puede convertir en un bajativo en el que se resaltan los tonos cítricos de la naranja con un postre estilo bizcochuelo y mousse de chocolate negro y almendras. El licor combina el whisky con vermouth rojo, amargo de naranja y cerezas. Foto: Vicente Costales/ Sabores
¿Un whisky en las rocas o puro? ¿Qué tal en coctel o en maridaje con distintas comidas? El licor de origen escocés se ha difundido en el mundo y es considerado una bebida de culto, que gana más adeptos.
El 20 de mayo se celebra el día internacional del whisky (o también whiskey, wisky y güisqui)’, una bebida sobria, fuerte que indudablemente cautiva. Las celebraciones alrededor de este día buscan rescatar su lado agradable y divertido.
Una de las opciones para estos festejos es convertirlo en coctel. Omar Monteros, barman y gerente del restaurante Marcus, propone utilizarlo en un Manhattan clásico o en una versión del Tom Collins, para convertirlo en un John Collins, cambiando el gin por el whisky. Monteros señala que para crear cocteles es mejor trabajar con whisky ‘single malt’, es decir que no tenga mezclas posteriores con otros añejados que sean de una sola malta. Así se aprovechará mejor el sabor de la bebida.
La preparación de alimentos con whisky se ha popularizado en recetas de alitas en salsa BBQ con el licor o en hamburguesas maceradas con whisky. Menos común han sido los maridajes. Pero Monteros menciona que se puede sacar partido de las tonalidades del whisky para comer carnes de cerdo, cordero o pato.
En esto coincide Martín Izurieta, jefe nacional de mercadeo Licorec S.A., quien importa licores escoceses. Para Izurieta, un whisky combina bien con quesos fuertes y alimentos que resalten los componentes de las raíces de las maltas como los frutos secos, nueces o avellanas, que dejan sabores interesantes en el paladar, al resaltar el añejado.
Los cocteles a base de whisky aligeran el sabor fuerte de la bebida lo que permite ampliar el campo de consumidores de esta bebida. Izurieta señala que la tendencia de consumo es mayor en varones por el elevado nivel alcohólico que supera el 40%. Aunque señala que el consumo femenino ha ido en aumento.
Los cocteles además permiten hacer un maridaje más arriesgado, no solo con cárnicos. El coctel John Collins lleva whisky, jugo de limón, agua mineral y jarabe de azúcar, lo que deja una sensación ácida y dulce. Se marida con un cebiche de pulpo y pescado que denota tonos agrios y picantes. El balance entre ambos productos permite bajar el picante y potenciar los componentes.
John Collins:el coctel tiene whisky, jugo de limón, jarabe de azúcar, agua mineral, cereza y hojas de salvia. Se marida con un cebiche de pulpo y corvina macerados en limón, aceite de cilantro, ají amarillo y cebolla.
Para descubrir el gusto por el whisky, Monteros sugiere catar varios estilos hasta encontrar el que más guste a cada paladar. La forma de su consumo, sugiere el experto, tiene varias adaptaciones que se debaten entre añadir agua, uno o dos hielos o, simplemente, puro.
En la cata tradicional se añade solo una gota de agua al clima. Esto permite experimentar de forma completa la bebida. “El whisky se abre y suelta sus aromas y cualidades en boca”, dice Monteros.
Izurieta comenta que si bien la forma de consumo más marcada ha sido añadir agua, hoy también se juega con la bebida y se usan otras opciones. “La tendencia es buscar que el consumidor elija su propia combinación, ya sea seco, con hielos, agua o gaseosa”; la mezcla correcta será con la que el comensal encuentre más afinidad para disfrutar del licor.
El whisky, bebida de moderación, ofrece una variedad de opciones para su consumo y se lo festeja descubriendo cada vez más formas.