“Estoy convencido de que –tanto por razones prácticas como morales- la no-violencia es el único camino a la libertad de mi gente”. Este era el principio, el alfa y el omega de la estrategia de Martin Luther King Jr. para luchar contra la opresión, la represión y la discriminación racial en Estados Unidos en los 60s. Gandhi tenía una filosofía similar: la Resistencia No Violenta. Y lo pongo como epígrafe de este artículo, después de observar todas las protestas violentas que se han desencadenado en América Latina y alrededor del mundo.
¿Cuál es la diferencia entre una protesta con estrictos principios no violentos y otra donde todo vale? Hay un abismo de diferencia que además determina el éxito o fracaso de cualquier movimiento de reivindicación social y justicia. En términos morales, sólo una estrategia de no violencia garantiza que la causa que se defiende va a ser no sólo aceptada sino acogida por la gran mayoría de la población. Esto es especialmente pertinente para la lucha de los oprimidos. En un escenario donde la represión del estado y la discriminación social es esperada, sólo una estrategia de no-violencia desnuda al opresor y genera una reacción contra él porque su opresión se vuelve grosera, insoportable para la mayoría de los mortales. Lo contrario, la guerra sin cuartel, la anarquía, el caos, le dan razones al opresor para agudizar la represión y legitimar el uso de la fuerza.
Muchos argumentan que la violencia se justifica de alguna manera por la opresión y por la represión del estado, de la sociedad. Pero es necesario recordar otra vez la reflexión de Luther King: “Hay una línea muy delgada entre la violencia en defensa propia y la violencia agresora o retaliatoria. Cuando cualquier tipo de violencia es tolerada –incluso cuando se trata de defensa propia- se abre una puerta en medio del fervor y legítima defensa”. Una estrategia de no-violencia requiere de mucha más valentía, fortaleza y organización que una de presión y caos que es muy simple. Luther King y sus seguidores debían soportar gases, golpes, agresiones sin mover un solo dedo para defenderse. Gandhi insistía en lo mismo y los dos líderes demandaban de sus seguidores disciplina extrema en no insultar, agredir a nadie, en ni siquiera defenderse para mantener y alimentar la justicia de su causa.
No es casual que la estrategia de King tuviera mucho más éxito que la de Malcom X o de las Panteras Negras. Su pacifismo inspiró a toda una generación que siguió su filosofía y sus consejos en todas las arenas de la lucha política. Ojalá estas lecciones permearan en América Latina, en los jóvenes chilenos, en el movimiento indígena, en todos nosotros. La violencia verbal o física, ideologías contra ideologías, mestizos contra indígenas, pobres contra clase media no lleva a ninguna parte y menos hermana a sociedades profundamente divididas.
No hay ganancia en la violencia –todos perdemos- y los que protestan así pierden la pelea ética, además de todas las otras.