Somos conocidos como un país de contrastes. Nuestra geografía, razas, costumbres y una desordenada historia política de caudillos y profetas del absurdo lo evidenciaron casi por dos siglos. Sin embargo, no fuimos como otras naciones señalados por la violencia civil o militar. Empero no hemos logrado la estabilidad institucional y política como se comprueba en el insólito panorama a escasos seis meses de los comicios presidenciales y legislativos.
1.- Hay dos mitades en que se divide la sociedad política ecuatoriana. La una que aspira a mantener el poder de la república, luego de ejercerlo por nueve años y la otra por conquistarlo, auspiciada por el triunfo en las últimas elecciones seccionales y una crisis económica de grave pronóstico. Todo normal, con una diferencia fundamental. En el gobierno y su partido hay fisuras, pero hay una sola voluntad omnímoda que al final decidirá todo; la otra mitad tiene el mismo objetivo, pero un fraccionamiento atávico. En la región costa no hay que aplicar el aforismo “divide y vencerás”, porque se lo practica naturalmente como una creencia religiosa.
2.- Debido a las peculiaridades de esta contienda en ninguna encuesta, pronóstico o vaticinio se concede un triunfo en la primera vuelta presidencial se deduce, que uno de los que pasan a la definición final es el candidato del gobierno. Allí la discusión o debate es la designación que al final la decidirá la voz suprema. En cambio, en la oposición liderada por la costa se producirá una especie de primarias entre el líder del movimiento Creo y la pre candidata del PSC-Madera de Guerrero. El gobierno y Alianza País aplauden.
3.-El método de D’hondt es válido para aquellas comunidades divididas entre pocos y grandes partidos o movimientos. Su aplicación, en este caso, permite que la adjudicación de escaños resulte equitativa. Cuando, por el contrario, el universo electoral es múltiple y fraccionado el método parece ser la creación de un nieto de Maquiavelo pues la primera fuerza acapara y tiende a copar la función objeto de la elección. La situación es más grave si se suma una arbitraria repartición territorial por distritos. En países de difícil geografía es muy difícil la estrategia la y táctica.
4.- Uno de los graves problemas que afecta el desarrollo político del Ecuador y por ende a la estabilidad institucional es la simultaneidad de elecciones presidenciales y legislativas. Esta anomalía impide que el presidente electo cuente con un soporte legislativo inicial adecuado para la compleja función que asume, pues los legisladores son electos en la primera vuelta lo que permite una proliferación de bandos en vez de sólidos bloques. Si la elección de legisladores también fuese en la segunda vuelta, los derrotados no solo serían un candidato presidencial, sino también variadas listas al borde del camino. Esto permite concluir que el sistema de la simultaneidad de elecciones favorece a la dispersión y a la precariedad de la política nacional.