La expansión de la radio y la televisión, la consolidación de grandes diarios nacionales y provinciales provocó la extinción de los periódicos políticos “de combate”.
Los editados por organizaciones políticas han circulado esporádicamente. Aunque todavía aparece de vez en cuando algún periódico obrero, su número e impacto es reducido.
Las instituciones educativas, especialmente universidades, publican medios de difusión que circulan limitadamente. Lo que se ha mantenido con cierto dinamismo estas décadas, son medios impresos alternativos como periódicos barriales o de organizaciones de base.
Las revistas han tenido mucha mejor suerte que los viejos periódicos de combate. Lograron un importante espacio en la comunicación nacional. Durante la década de los sesenta se publicó la revista “Mañana”, que sostenía posturas críticas de izquierda.
En 1957 se fundó en Guayaquil la revista “Vistazo”, que ha sido un referente fundamental de opinión en el país, no solo porque ha mantenido una línea de crítica y denuncia por décadas o porque llegó ya al medio siglo, sino porque logró romper la identificación regional que todos los medios tienen en el Ecuador, para ser percibida como institución “nacional”.
Sus propietarios editan también “Hogar” y “Estadio” y controlan Ecuavisa, la mayor empresa televisiva del Ecuador.
En la década de los setenta apareció en Quito la revista “Nueva”, que sostuvo posturas progresistas y apoyó la ampliación del ámbito del Estado. Otras revistas han sido publicadas como medios institucionales de organizaciones de empresarios o grandes grupos económicos.
La de mayor continuidad ha sido la revista “Diners”. Este tipo de publicaciones se mantiene con la publicidad contratada por empresas conectadas. Con el tiempo aparecerían revistas dirigidas a públicos específicos, como profesionales y ejecutivos, mujeres jóvenes o personas interesadas en la salud.
Las revistas que se publican para lectura de los pasajeros de las aerolíneas y para los usuarios de la televisión por cable tienen amplia difusión y mucha publicidad.
Por años se perdió la tradición de publicaciones de humor. Salvo las caricaturas de la página editorial, los periódicos no publicaban suplementos dedicadas a ello, aunque en algunos casos mantenían columnas humorísticas muy leídas.
A fines de los setenta surgió una publicación periódica independiente, “La Bunga”. Era producida con la colaboración de varios caricaturistas y columnistas de distintos medios.
Tuvo gran éxito, pero no alcanzó a vivir sino cinco años. Todavía menos alcanzó a vivir “El Duende”, otra publicación humorística de similares características de la anterior.
Hemos terminado refiriéndonos a las revistas de humor, pero la historia del periodismo, al que hemos dedicado varios artículos, es una cosa bien seria.