Subió el precio del petróleo este mes, mejoran las perspectivas de ingresos fiscales. La Asamblea, con rapidez digna de mejor causa, procedió ilusamente al reparto de ilusorias futuras rentas. Un alza fuertísima a los maestros. Como si una mejora coyuntural de precios, que oscilan minuto a minuto, pueda financiar un gasto permanente. El veto se impone.
El precio del crudo tenía un buen nivel, USD 91 para el WTI, hasta que estalló la crisis de Ucrania; EE. UU. y Gran Bretaña anunciaron que dejaban de comprar petróleo ruso. El precio brincó a USD 124. Se trató de un alza especulativa y de corto plazo. EE. UU. y Gran Bretaña compran poco crudo ruso, y Rusia se lo puede vender a China. El crudo que Pekín dejará de comprar a los árabes, estos lo venderán a Washington y Londres. Lo que hay es un cambio de rutas.
Lo que es más, la estrategia china de cero tolerancia con el covid no funciona con Ómicron y la pandemia se expande. Pekín somete regiones enteras a cuarentena, lo que disminuye la actividad económica, y baja el precio del petróleo. La semana pasada el WTI cerró en alrededor de USD 100.
La situación con esta guerra recuerda la de fines de 1990 entre EE. UU. e Irak para liberar Kuwait. El petróleo se duplicó a USD 74 (a precios de hoy) para en pocos meses retroceder a USD 40. El gobierno de Rodrigo Borja, prudentemente, no aplicó esos fondos extraordinarios para gastos de largo plazo sino para temas coyunturales. Lamentablemente, no escogió los mejores: la compra de aviones para Ecuatoriana de Aviación en 1991; la empresa quebró en 1993.
Los ingresos extraordinarios se repartirán. Parte para Petroecuador para ponerse al día con sus acreedores e invertir en incrementar la producción. Municipios y Prefecturas llevan lo suyo, así como la Amazonía. Con lo que le queda, el Fisco debe ponerse al día con los atrasos y posponer indefinidamente la colocación de bonos en el mercado internacional. Y atender daños de infraestructura causados por el invierno. No hay para mucho más.