Quienes han seguido de cerca las rebeliones en Oriente Medio y, especialmente la revolución libia, saben que se trata de un proceso distinto, muy particular. No reducible a enfoques limitados sean liberales o antiimperialistas. Los libios aprovecharon la inmensa ventana de oportunidad que abrió la revolución en Túnez y Egipto para manifestar su cansancio con el dictador que había estado 42 años en el poder. Pero lo que fue una convocatoria espontánea, en parte fruto de la información de procesos similares en Túnez y Egipto, terminó en masiva represión. Una represión mucho más grave que la que perpetró Mubarak en Egipto. Las imágenes celulares de disparos a mansalva contra los presentes en plazas y calles principales eran incontrovertibles. Gadafi actuó rápida y efectivamente, sellando toda fuente de información con el mundo exterior, expulsando a la prensa extranjera y cortando todo suministro de telecomunicaciones no autorizado. Aún más, inició una cruda persecución contra los revoltosos. La Corte Penal Internacional calcula que la represión causó entre 600 y 800 víctimas.
En medio del caos y la violencia masiva, un Consejo Nacional de Transición se formó en Bengazí, al mando de Mustafá Abdel Jalil, ex ministro de Justicia de Gadafi, quien tenía la reputación de haber sido el único que había enfrentado al dictador. Los rebeldes demoraron más de un mes en ganar el apoyo de los países occidentales y de la Liga Árabe. Pero nada ha sido fácil. Saif Al Islam sigue luchando por su derecho a la sucesión. Gadafi sigue sembrando el terror desde sus refugios clandestinos y hay unos cuantos países que todavía creen que él es un héroe del antiimperialismo. Ecuador es uno de ellos.
Seis meses después de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que dio luz verde a la operación de la OTAN en Libia, algunos no han resuelto sus dilemas morales. ¿Era mejor dejar que los muertos se cuenten por miles antes de violar la libre autodeterminación de Gadafi? ¿Era mejor los muertos antes que dejar que las malvadas multinacionales petroleras se adueñasen del petróleo libio? La Cancillería ecuatoriana optó por Gadafi y por el petróleo. Una señal más de que están sentados a la derecha y no precisamente a la izquierda de la historia. Hasta han olvidado las enseñanzas de Paulo Freire en Pedagogía de la Opresión. Nunca, ningún pueblo es completamente víctima. Cada ser humano y cada comunidad tienen una sabiduría propia, inmensa, para romper las cadenas y buscarse su propio futuro.
Se necesita una gran dosis de soberbia para pensar los libios no pueden conducir su propia historia y decidir por sí mismos sobre su petróleo.
Si existe algún movimiento antihegemónico en el mundo, está en las revoluciones árabes, no en los pasillos burocráticos de los países de la Alba, donde se decide la política exterior sin más fuente de consulta que sus esquemas del pasado.