“La movida de Lasso es correcta. La política internacional debe tener una mira: el interés del país. No se puede desconocer a la gigantesca China”.
El concepto de la expresión realpolitk, se atribuye al canciller alemán Otto von Bismark, al responder a un pedido del príncipe Klemens von Metternich, para desarrollar una política internacional pragmática, por encima de consideraciones éticas, que permita obtener los mejores resultados según sus intereses. En la misma línea se ubica Kissinger en su libro On China, respecto a la política del gobierno de Nixon, para acercarse a China y romper el eje Moscú-Pekín.
El presidente Lasso ha aplicado los mismos conceptos al impulsar el acercamiento a China, visitarla a propósito de la inauguración de los juegos olímpicos de invierno (también lo hacía Putin, el zar ruso), buscar un convenio comercial, mejorar las condiciones de financiamiento, liberar el petróleo ecuatoriano como garantía de la deuda, eliminar intermediarios, interesar a los inversores chinos por proyectos en Ecuador; en suma, una política descarnadamente realista con la segunda potencia económica mundial.
Ello ha exigido dejar de lado la autocracia del presidente Xi, el irrespeto a los derechos humanos, la sumisión de los empresarios a los intereses de Pekín (lo ocurrido con Ma, el mayor accionista de Ali Baba es decidor), la destrucción del sistema democrático de Hong Kong, que se obligó a respetar: “una nación dos sistemas”, la “desaparición” de la tenista Peng Shuai que se atrevió a denunciar a Zhang Gaoli vicepremier del gobierno por acoso sexual, las amenazas de incorporar por la fuerza Taiwan a China continental, para citar algunos ejemplos.
La movida de Lasso es correcta. La política internacional debe tener una sola mira: el interés del país. No se puede desconocer a la gigantesca China -1 430 millones de habitantes- que se ha desarrollado a una velocidad sorprendente, desde que, a partir de 1978, Den Xiaoping adoptó el más radical sistema capitalista, con el más estricto control político, con la frase “no importa el color del gato, mientras cace ratones”.