El término se patentó en la Guerra Civil Española, cuando el General Emilio Mola expresó que la conquista de Madrid estaba basada, más que en sus cuatro columnas que avanzaban hacia la capital, en la “quinta” que operaba desde adentro. Aunque su origen semántico puede estar asignado, su práctica debe remontarse a los orígenes del hombre y su sociedad. Los sinónimos más conocidos son el de la traición al poder o a los principios y convicciones que lo sustentan. Se trata de un comportamiento político basado en un engaño hábilmente forjado. Hay que tener cuidado y no confundirlo con la resistencia, pues esta implica una decisión de boicotear a un enemigo superior que usurpa el poder y carece de toda legitimidad. El quinta columnista, por el contrario, se desarrolla en un escenario muy diferente. Conspira contra un régimen legítimo y donde rige un Estado de derecho que ampara la disidencia y la contradicción con el poder. Sin embargo en la praxis política es posible que exista un género de quienes son manipulados y cumplen, por los resultados, la misma función de los ‘quinta columna’. Puede que incluso la ciencia política los ignore como tipo específico y solo se apele a un adjetivo que estuvo de moda durante la Guerra Fría: “tontos útiles”.
En el escenario ecuatoriano, a pocas semanas de un histórica concurrencia a las urnas -una suerte de “crónica de una muerte anunciada”- es posible identificar dos casos. Los que calzan en forma exacta con la quinta columna y los que por ausencia de participación en el conflictivo escenario siguen el juego pensando que están de observadores en la tribuna y no en la cancha. Tal como se puede escrutar por la información de la prensa independiente, solo los jóvenes candidatos están exentos de ser incluidos en esta triste tipología. El resto parece ser parte de una obscura y aburrida comparsa en que la reina pobre es la democracia y el resto son bufones donde se destacan los que han sido chantajeados por el poder y los otros, candidatos promovidos por múltiples y fieles espejos de sus escenarios íntimos. Estos han interpretando mal los escenarios históricos de América Latina y se han convencido de que en el socialismo del siglo XXI es posible repetir las experiencias de Rafael Caldera, Salvador Allende o Rodrigo Borja en cuanto a triunfos conseguidos luego de derrotas tenazmente superadas. La insólita situación de ignorar los temas que más angustian a la ciudadanía que sigue el acontecer diario de la política por parte de los candidatos responde a la tipología expuesta: o son quinta columnas o tontos útiles. Basta observar la insípida agenda del debate de la Cámara de Comercio de Guayaquil para concluir que hay varias dimensiones en esta competencia : la real, directa y publicitada protagonizada por el gobierno y las novedosas con ángeles y querubines de dudosa vigencia .