Hay una vieja historia de lo que se ha llamado “prensa alternativa”. En 1933 se fundó el periódico socialista “La Tierra”, que en varias épocas, hasta los años sesenta, se publicó diariamente. Ha sido el único caso en nuestra historia de un diario editado como expresión de un partido político. En él trabajaron y colaboraron intelectuales y políticos que llegaron a tener gran influencia en la vida pública y sobre todo en la cultura nacional. Este periódico fue sostenido por la militancia socialista y sufrió repetidos ataques y clausuras.
Los liberales no necesitaron prensa partidaria, porque la mayoría de los periódicos “independientes” se identificaban con esa tendencia. Pero los conservadores sí mantuvieron diarios militantes. El más destacado fue “El Debate”, que se publicó en Quito durante varias épocas, y también “La Patria”. Otras agrupaciones políticas publicaron, a veces en forma periódica, órganos partidarios, como “El Pueblo”, del Partido Comunista.
Hacia mediados de siglo aparecieron nuevos periódicos humorísticos, entre los que se destacó “La Escoba”, de Cuenca, verdadero modelo de la sátira política y social. También se volvieron muy populares las revistas políticas. Explotaron mucho el escándalo y la oposición a los gobiernos. Las más importantes fueron “Momento” y “La Calle”. La Iglesia Católica publicó por algunas décadas la revista “Meridiano”.
Las organizaciones obreras artesanales, y a veces también las de empresarios, continuaron publicando sus periódicos. En las ciudades pequeñas subsistieron semanarios, quincenarios o publicaciones ocasionales. Pero los años de auge de ese tipo de medios de comunicación habían pasado ya. La prensa diaria dominaba el ámbito de la opinión pública. La gente tendía a lograr incidir en los diarios para que publicaran su versión de los hechos o debía pagar un “remitido” en sus columnas.
En los años treinta llegó la radio al Ecuador. La primera radiodifusora, denominada “El Prado”, se estableció en Riobamba en 1929. En pocos años se habían creado radiodifusores en varias ciudades. Abrieron un nuevo espacio de comunicación, pero su principal limitación era que funcionaban con electricidad y este servicio solo había en las ciudades, en algunas de ellas no todo el día. Las radiodifusoras mantuvieron estrecha relación con la prensa. Las empresas de varios periódicos grandes montaron también su radio. Los informativos radiales, en muy alta proporción, se dedicaban a leer las noticias y columnas editoriales que venían en los periódicos del día.
En las columnas de los periódicos escribieron varias generaciones de los intelectuales más destacados del país. Entre los años veinte y los cincuenta, se dio un auge de la promoción de la literatura por la prensa y una expansión importante del ámbito de los lectores.