En medio del desconcierto y la confusión que caracterizan a estos días y las pesimistas perspectivas para el Ecuador, dos ciudadanas de alto perfil político y en representativos cargos, han desarrollado un enfrentamiento que ojalá no se trate de una simulación o treta en favor de terceros o terceras intenciones.
La ministra de Gobierno y la alcaldesa de Guayaquil han debatido verbalmente de manera dura y radical sobre políticas de seguridad ciudadana. Si estuviesen en un ring, probablemente el árbitro las habría separado y si fuera en el fútbol era indispensable el dictamen del VAR.
La primera observación, para intentar superar el desconcierto, es que ellas consideran simulada o realmente que el único problema del país y de Guayaquil es la inseguridad; por tanto, que el desempleo, las próximas medidas, tributarias y laborales, son de tercer orden y también, que el poder legítimo del Estado, carece de una fuerza armada que garantice la seguridad ciudadana.
El tema es de carácter institucional y no político ni estratégico como al parecer lo conciben las protagonistas del ‘match’; en consecuencia, por respeto al pueblo es necesario aclarar y demostrar que no estamos frente a una treta destinada a la distracción de temas más inmediatos y urgentes.
En el plano municipal, Guayaquil y las grandes ciudades, siempre tendrán en la agenda una variada y urgente demanda de servicios inmediatos. Iluminan y alientan las mega obras al punto que pronto desde el aire se podrá admirar el bello paisaje del río Guayas y sus alrededores como el metro quiteño será un aporte significativo para cubrir parte de las urgentes necesidades de movilización del ciudadano; pero, el servicio municipal ordinario, es del día a día; son impensables para el bienestar ciudadano, aunque carezcan del oropel que conduce la primera página.
Desde el punto de vista gubernamental la prioridad es la estabilidad política democrática y que se cumpla con el mandato de entregar la posta del poder a quien elija el pueblo; así como, preparar operativos disuasivos de las inevitables protestas que causaran las medidas de ajustes.
Qué el escenario político ecuatoriano ya no es solamente folclórico, sino que se ha convertido en un espécimen de análisis científico es verdad. Por un lado, el sillón que Olmedo nunca ocupó, se mueve hacia un reñido ámbito político, tiznado de un inocultable sabor federalista; por supuesto, se ignora que las elecciones del 2021 son nacionales.
Del otro, con fino cálculo y olfato, se capitaliza que Quito carece de partidos y movimientos y solo cuenta con pre candidatos que no superan las primeras semanas de la ovulación. Corresponde como corolario opinar que hay ciertas actividades deportivas, que, a pesar de los derechos de las mujeres, sin ser prohibidas, no se ubican en el imaginario populista y machista. Entre ellas, esa vieja práctica denominada “Catch – as– can”, que significa en traducción libre “Agárrate como puedas”.