Los partidos de izquierda se han adornado a sí mismos con el calificativo de progresistas, cultos, defensores de los derechos humanos y ecologistas, por eso se sienten orgullosos de ser izquierda. Los partidos de derecha sienten vergüenza de ser de derecha y procuran migrar hacia el centro. Pero el centro político solo es la frontera entre la izquierda y la derecha y cuando un partido se coloca en esa posición le roban votos desde la izquierda y desde la derecha. La izquierda y la derecha se definen por la relación con la riqueza. La izquierda predica el odio a los ricos y la derecha los defiende.
Los caudillos de la izquierda latinoamericana han terminado todos millonarios y acusados de corrupción. Y es lógico; acumularon riquezas habiendo sido solo profesionales de la política. Los gobernantes de la derecha vienen generalmente del sector empresarial y ya son ricos cuando llegan al poder. Sin embargo, la eficacia de la propaganda de la izquierda hace creer que los gobernantes de izquierda no roban y los de derecha son todos ladrones.
Los partidos de izquierda conciben el Estado como recaudador y repartidor de riqueza, pero casi todos han generado severas crisis que exigen ajustes que pagan los ciudadanos. El gobierno de la revolución ciudadana tuvo ingresos superiores a todos los gobiernos sumados desde que se inició el período democrático. Y los dilapidó entre bonos, obras fallidas y corrupción. Ahora se plantean soluciones contradictorias para salir de la crisis.
Los electores se han acostumbrado a políticos sin vergüenza que no piensan lo que dicen ni dicen lo que piensan. A la vista de los fracasos de gobiernos de izquierda y de derecha debemos exigir a los candidatos que nos expliquen el programa económico, que exhiban el equipo de gobierno con que cuentan, que averigüen la situación del país y se quejen antes y no después de las elecciones.
La Cámara de Comercio de Quito ha propuesto, con ocasión de la celebración de los 113 años de fundación, un documento para el análisis y debate sobre las características del modelo económico para salir de la crisis. La discusión de ésta y otras propuestas debería interesar a los partidos, gremios y sindicatos, universidades y a todos los ciudadanos. No podremos superar la crisis si los candidatos no salen de los lemas publicitarios, las soluciones mágicas y la demagogia barata.
Los candidatos deberían decirnos si van a subir los impuestos para que el Estado tenga más recursos o van a bajarlos para que los ciudadanos compren más y muevan la economía. Si creen que el Estado debe crecer para reducir el desempleo o achicarse para reducir el déficit. Si los inversionistas extranjeros deben pagar impuestos para mejorar los servicios públicos o deben ser exonerados para generar más trabajo. No se debe simplificar lo complejo, pero la economía debe ser comprensible para que los ciudadanos debates.