¿Qué hará Nicolás Maduro? Hará lo que le diga La Habana. Lo escribió Cecilia Valenzuela en diario El Comercio de Lima.
Es un hombre de Cuba. Ni militar, ni polÃtico, ni intelectual. Habla con pajaritos. Ve a Chávez pintado en las paredes. Se le traba la lengua, multiplica los penes y los disparates. Pero tiene a los cubanos.
¿Qué le recomendará La Habana? Obviamente, lo que le ha permitido a esa dictadura sobrevivir 55 años: matar, golpear, encarcelar, intimidar. Someter a la sociedad mediante el terror hasta convertirla en un coro afinado de súbditos que aplauden sus desventuras.
Ellos reprimen impunemente protegidos bajo una retórica impermeable: Leopoldo y MarÃa Corina son asesinos; la burguesÃa está pagada y entrenada por Estados Unidos.
Ellos defienden la democracia frente a las mafias. Asà es la revolución. Un chorro turbio de palabras para ocultar la sangre derramada.
Los demócratas, entretanto, callan.
Solo protestan los sospechosos habituales: Óscar Arias, Luis Alberto Lacalle, Mario Vargas Llosa.
Unos pocos que no temen los vinculen a la CIA. Insulza, como los monos de la fábula, se tapa la boca, los ojos y los oÃdos. Pobre OEA.
Sin embargo, no creo esa historia de “avispas negras” cubanos llevados para matar opositores venezolanos.¿Para qué? Si algo les sobra son asesinos locales.
Los cubanos en Venezuela asesoran, dirigen el control social o espÃan.
Su negocio es mantener la vaca lechera que anualmente les subsidia 13 000 millones de dólares.
Raúl ya no cree en colectivismos, pero sà en el poder. Luchará hasta el último venezolano.
Esa noticia sobre los “avispas”, es para aterrorizar. Durante la Guerra de las Malvinas los ingleses difundieron que en la expedición irÃan ghurkasnepaleses, unos crueles guerreros que desorejaban y sodomizaban a los prisioneros antes de degollarlos. Finalizada la guerra se supo que nunca desembarcaron ghurkas en Malvinas. La mentira era un arma psicológica.
¿Por qué Maduro, Cabello y los militares están en manos de “los cubanos”? Porque, fragmentados en pequeñas tribus, tienen miedo. Cuba es quien sujeta esos pedazos. Los chavistas temen a los informes de inteligencia, las grabaciones telefónicas, la policÃa polÃtica cubana.
Y a la DEA, porque hay militares y polÃticos metidos hasta las cejas en el narcotráfico. Antes se reunÃan para conspirar. Ahora no, porque temen una delación.
Al menos también hay cubanos nobles. Me conmovió que Leopoldo López diera su discurso final a los pies de la estatua de José MartÃ.
Ése era de los buenos. Los “avispas” le hubieran disparado a la cabeza.