Desde 1996 en el Ecuador no se ha producido un periodo constitucional completo de cuatro años.
El último fue el del Arquitecto Sixto Durán Ballén; se excluye, por razones antropológicas los 10 años pasados. Ese capítulo corresponde a los anales de la historia universal relativos a casos extraños y peligrosos (Área 51 en Nevada). Por este motivo se puede afirmar que –sin golpes de Estado de por medio- la fragilidad del sistema presidencial del Ecuador es muy grave y recurrente, matizada por sucesores que muchas veces- en vez de los titulares-, han cumplido las demandas cívicas a la que fueron convocados por disposiciones constitucionales.
La primera conclusión de la anterior afirmación es que el régimen presidencial en el Ecuador es el menos adecuado para la estabilidad y el desarrollo institucional. Por ese motivo y, ante una situación que afecta a la imagen exterior, pues no es atractivo invertir en un país de saltimbanquis, resulta extraño que los actores de primera línea -partidos o líderes sociales- no hayan estudiado la posibilidad de ensayar un régimen parlamentario que causaría inmediatos efectos: reducción de los movimientos políticos , muchos de los cuales en manadas concurrirán al rodeo del próximo domingo; luego, que los acuerdos serían considerados transparentes y demandarían concertaciones a medio plazo como ha sucedido en otras latitudes. Finalmente que el caudillismo sería una excepción.
Esta reflexión se produce a dos días de los comicios seccionales y de la elección de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana, a mitad del mandato constitucional del primer mandatario. Se desconoce el motivo por el cual los constituyentes no incorporaron a la nueva constitución una renovación parcial de los miembros el parlamento a la mitad del período ¿Prudencia ingenua o pérfido cálculo?
El cambio parcial –mitad o una tercera parte del parlamento- es una oxigenación para las estructuras de los partidos y movimientos; disminuiría en algo, las dictaduras ejercidas por los caudillos, típicos ejemplares de la hacienda donde manda el patrono y nada más. Pero, este diabólico panorama fue alterado por el debate sobre el voto nulo y su contabilización en los escrutinios respeto al Consejo de Participación Ciudadana que lleva vigente más de diez años. También se ha descubierto la encerrona que significa una obligación de votar y en caso de contravención una multa o una muerte civil, pues en el Ecuador no está permitida la abstención. Por eso, quedó corta la expresión respecto a los hijos de no sé quién, expresada desde las esferas legislativas. Esta calificación era exclusiva para los militantes de la Democracia Popular – políticamente hijos DP. Sin embargo, ahora se ha extendido el epíteto o la gracia en la forma, pero continúa vigente la interpretación de que los políticos son el arte maligno de lo posible. Se recuerdan, las riñas en las cantinas: “Tu madre es una santa, pero tu si eres un hijo de …
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