Hastiados del comportamiento y de los excesos del presidente Correa y de sus colaboradores, ciudadanos de diversas tendencias políticas decidieron, de manera espontánea, salir a las calles para expresarles su inconformidad y exigirles rectificaciones.
El detonante fueron los proyectos de reformas de las leyes de plusvalía y herencia enviados por el Ejecutivo a la Asamblea Nacional, en su empeño de obtener más fondos para mantener el ritmo del tan cuestionado manejo de los fondos públicos.
La impresionante concentración realizada en Guayaquil el 25 del mes pasado, convocada por el Alcalde de esa ciudad, ha sido catalogada por sus organizadores como la más grande de la historia, en lo que respecta a eventos políticos de esa naturaleza, ya que consideran que han asistido más de 350 000 ciudadanos. Sin embargo, el Primer Mandatario ha manifestado que ha sido un fracaso y que solo se han congregado 70 000 personas y uno de sus ministros ha expresado que hay quienes pretenden dividir el país, pero que ahora está “más unido que nunca”… Los opositores respondieron con los conocidos refranes: “Pretenden tapar el sol con un dedo” y “No hay más ciego que el que no quiere ver”.
Desde hace más de tres semanas, diariamente se reúnen grupos de manifestantes, con banderas negras, cerca de la sede de Alianza País, en la avenida De los Shyris, de esta capital; exhiben pancartas y lanzan gritos contra el Gobierno y en los primeros días fueron correspondidos por seguidores de la Revolución Ciudadana.
También se han cumplido marchas de protesta en Cuenca, Machala, Loja, Ambato, Ibarra, Tulcán y más ciudades de Ecuador y además en otros países.
Y se han registrado inusitados casos de desaire a personalidades del Régimen, como es la expulsión del Viceministro de Salud de una asamblea de médicos y el mal rato que ha sufrido un alto funcionario público, al salir de un restaurante exclusivo en una conocida zona de Quito, todo lo cual demuestra el ambiente de confrontación que impera en vísperas de la visita pastoral del Sumo Pontífice y que ha trascendido al ámbito internacional, a tal punto que el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha pedido la mediación del Papa.
Asimismo, el Presidente advirtió que considera la posibilidad de no asistir a la misa campal para evitar algún incidente o grito desafortunado, pese a la invocación del Arzobispo de Quito de que se respete la presencia del máximo líder de la Iglesia Católica; que no se mezcle lo religioso con lo político; que se inicie un diálogo serio y permanente; que no se satanicen las manifestaciones y que se procure un ambiente de respeto y paz, pedidos que deben ser acogido a plenitud, al mismo tiempo que el Jefe de Estado debe meditar sobre los justos y masivos planteamientos de sus mandantes y darles la atención favorable que merecen.