Para los economistas hay dos verdades incontrovertibles: primera, cualquier país que gasta más de lo que le ingresa está destinado al fracaso, hay que hacer ajustes. Segunda, si no crece la economía privada no habrá ni empleo, ni ventas, ni pago de impuestos. Para los políticos los dogmas son: Si se hacen ajustes a la economía baja la popularidad. Si baja la popularidad no habrá la posibilidad de continuar en el poder.
Los intereses económicos y los intereses políticos son contrarios. Para la economía es indispensable hacer ajustes, para la política es absurdo hacer ajustes. Para la economía los cálculos políticos no son importantes, para la política los cálculos económicos no son importantes.
Lenín Moreno ha entrado en la segunda mitad de su mandato agobiado por esta contradicción. Mientras el país baja el ritmo en sus actividades y el gobierno retrasa sus decisiones, el tiempo corre veloz y los políticos, tan previsivos, ya empiezan a pensar en el 2021.
La política puede echar a perder la economía. Los que rodean al Presidente desearán permanecer en el poder e intentarán convertir al Presidente en candidato ¡Qué desgracia para Moreno y para el país! Lo que necesita Ecuador es que el Presidente desaparezca como candidato y aparezca como estadista. Que renuncie a la popularidad de ahora y conquiste su puesto en la historia convirtiéndose en el estadista que cambió el país.
La desgracia de Mauricio Macri ha sido renunciar a cambiar el modelo económico por intentar reelegirse, perdió la oportunidad de cambiar Argentina y perdió la elección. El gradualismo es un modelo cobarde que paga el precio sin obtener resultados, Macri está convirtiéndose en un peronista de segunda que deshace lo poco que había hecho.
Moreno se salvará a sí mismo y salvará al país si completa la tarea de cambiar el modelo económico aunque pague un alto precio político. Tiene que apelar a ese lugar común que todos citan pero nadie practica: el político piensa en las próximas elecciones, el estadista, en las próximas generaciones.
Los asambleístas de medio pelo que tenemos, no aprobarán las reformas que el equipo económico ha ofrecido; ellos ya están pensando en las próximas elecciones, por eso se dedican a juicios políticos inútiles y superficiales. La muerte cruzada es todavía posible. Que se vayan los asambleístas a organizar sus comités electorales y dejen que el Presidente termine con los cambios en el periodo que podría gobernar por decreto. Si está rodeado de políticos de corto plazo que cambie su equipo por gente dispuesta a trabajar por el futuro. El gobierno, hasta ahora, ha gastado lo mismo, se ha endeudado más y no ha hecho ninguna obra importante; está perdido electoralmente; su única victoria posible es completar el cambio aunque disguste a todos, le agradecerán las próximas generaciones.
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