El feriado bancario

El lunes 8 de marzo de 1999, los bancos de todo el país no abrieron al público. La gente que quería retirar o depositar fondos, pedir un préstamo o una garantía no pudo hacerlo. El entonces superintendente de Bancos, Jorge Egas Peña, anunció que “El feriado bancario es para prevenir retiros de depósitos, preservar el nivel de la reserva monetaria internacional, limitar la inestabilidad del mercado cambiario y frenar una aceleración mayor en el incremento de precios”.

El feriado duró cinco días y los bancos volvieron a atender al público el 15 de marzo. En ese lapso, el presidente de la República Jamil Mahuad, decretó el congelamiento por un año de los depósitos en cuentas corrientes con más de 2 millones de sucres y en cuentas de ahorros con más de 5 millones.

Con el feriado, Mahuad, que presidía un gobierno errático y corrupto aliado a la derecha, intentó proteger a banqueros, como Fernando Aspiazu Seminario, dueño del Banco del Progreso, que habían entregado en forma dolosa dinero de los depositantes y del Estado a “empresas vinculadas”. Quiso impedir que se supiera que había recibido enormes cantidades de dinero de la banca para su campaña electoral. Pero no pudo.

Cuando por orden del ministro de defensa, general José Gallardo, Aspiazu fue apresado, declaró que había dado más de tres millones de dólares a la campaña de Mahuad.

Con el feriado y la congelación de los depósitos se consumó la mayor estafa de la historia nacional. La gente no pudo mover su dinero, que permaneció “congelado”. Cuando el año 2000 se adoptó el dólar como moneda, los depósitos terminaron reducidos a cantidades ínfimas. Los depositantes perdieron sus ahorros. Los banqueros pillos que provocaron el feriado no solo le robaron al Estado Ecuatoriano, sino que le metieron la mano al bolsillo de cientos de miles de personas estafadas.

El feriado tuvo responsables directos, con Mahuad a la cabeza. Pero fue producto de años de falta de control del sistema financiero y de medidas de ajuste que perjudicaron a las mayorías. Inclusive la necesaria creación de la Agencia de Garantía de Depósitos, AGD, fue luego utilizada mediante una ley tramposa para que el Estado pagara las deudas de los banqueros corruptos. La gran mayoría de los autores y beneficiarios del feriado bancario no fueron sancionados, ni siquiera investigados. Los juicios entablados contra unos pocos, como el ex presidente, no prosperaron o fueron empandillados. Nadie fue sancionado. Rafael Correa, que tanto habló del hecho y prometió castigar a los pillos, nada hizo para enjuiciarlos y meterlos presos.

Hasta hoy, a los 20 años, se sienten los estragos del feriado bancario. Luego del empobrecimiento, las quiebras, las lágrimas y los suicidios, vino la impunidad, que todavía hiere la conciencia nacional.

eayalal@elcomercio.org

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