Comparado con las grandes creaciones de los siglos XVIII y XIX, la producción de música clásica en la actualidad es prácticamente ínfima, con honrosas excepciones, como la de los compositores del siglo XX, entre ellos Leonard Bernstein. Por eso llama tanto la atención que, en pleno siglo XXI, aparezcan composiciones clásicas o conciertos de estilo académico.
No conocía nada de la pianista y compositora venezolana Gabriela Montero. Talvez ni me hubiera enterado de su existencia, salvo por un incidente que registraron agencias internacionales de noticias y medios de prensa. Cuando ella explicaba la creación de su obra para piano y orquesta, que compuso en homenaje a 19 336 muertos en el 2011 en Venezuela, fue interrumpida por un presunto funcionario de ese Gobierno.
Mientras contaba los motivos para componer esa obra, en el escenario de un teatro en Paraná, un impertinente le gritaba “mentirosa”, adjetivo que repetía una y otra vez. El público paranaense se molestó, se puso de pie para aplaudir a la artista que, con ese respaldo, pudo continuar. Además, tocó como solista el bello Concierto para piano y orquesta número 5 (Emperador) de Beethoven.
Según el diario El Nacional de Caracas, el sujeto que increpó a la pianista era un simpatizante del gobierno de Maduro, de esos que andan por todas partes, que viajan y se divierten, mientras en su país escasean productos tan importantes como el papel higiénico.
En su cuenta de Facebook, Montero relató lo ocurrido: “Toqué Ex Patria y el Concierto 5 de Beethoven con el maravilloso director Osvaldo Ferreira y la Orquesta Sinfónica de Paraná. Como no habían insertado el texto sobre mi obra en el programa, tuve que hablar y explicársela al público. Dije que Venezuela está tomada por la violencia y la corrupción y que mi dolor está claramente ilustrado en Ex Patria, que describe el llanto y frustración de millones de venezolanos que no tienen la posibilidad de hablar públicamente”.
Con una agenda internacional repleta, Gabriela Montero evoca a Rachmaninov y a Chopin, quienes escribieron sobre el anhelo de regresar a su patria. Otros grandes compositores sufrieron persecuciones, tal el caso de Shostakovich, quien estrenó su ‘Sinfonía del deshielo’ tras la muerte del tirano Stalin.
Continúa su narración: “Me senté en la banqueta para comenzar. El hombre continuaba ofendiéndome, en ese momento me paré y con voz muy firme grité, yo soy venezolana y sé exactamente lo que estoy diciendo y por qué lo estoy diciendo”.
Anota que se sentó nuevamente al piano, con su corazón latiendo fuertemente, el público se levantó, la aplaudió, la orquesta golpeaba el piso del escenario creando una ola de sonido de apoyo y todo el mundo en la sala seguía de pie, aplaudiendo y apoyando lo que estaba a punto de hacer y de expresar a través de la música. ¡Y Gabriela resiste!